sábado, 11 de abril de 2020

Los indios y el consumo de carne de yegua (c 1880)


José Luis Busaniche fue un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado. (1) Este libro ha servido de inspiración para la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos de la colección, reproduciendo las prolijas referencias de Busaniche.
La imagen pertenece al autor
Robert Bontine Cunninghame Ghaham fue un escritor, aventurero, político y viajero escocés. Nació en Londres en 1852. En 1868 arribó al Río de la Plata. Recorrió las provincias argentinas de Buenos Aires y Entre Ríos, la República Oriental, el sur del Brasil, la República del Paraguay y otros países de América. En 1886, ingresó en el Parlamento británico, siendo el primer diputado socialista inglés. Escribió sobre temas argentinos, entre otros. En 1869 trabó amistad con Guillermo Hudson, naturalista y escritor de habla inglesa, nacido en La Argentina. Falleció en Buenos Aires en 1936 a donde había llegado por viaje de placer. En 1914, se publicó la traducción castellana de El Río de la Plata, del cual se tomaron los fragmentos que se transcriben.
En ellos, se describen el concepto de “tierra adentro” y algunas costumbres alimentarias de los indios que la habitan, subrayando la preferencia que tenían por la carne de caballo que ingerían cruda o casi cruda. Si bien el texto fue escrito y publicado muchos años después, las experiencias personales que relata pueden ubicarse temporalmente a horcajadas de la denominada conquista del desierto. A su vez, los hechos vinculados con Baigorria y los hermanos Saa son muy anteriores, habían abandonado las tolderías durante el gobierno del General Urquiza (1853-1859).
Los indios de tierra adentro
consumían carne de yegua
“De Río Quinto partía una cadena de fuertes al norte y al sur, que se decía debían mantener a los indios a raya; en realidad no sucedía tal cosa; ellos se daban sus trazas de escurrirse y saquear a gusto. El territorio misterioso desconocido con el nombre de Tierra Adentro comenzaba en las Salinas Grandes y llegaba hasta los mismos Andes, por entre cuyas quiebras o pasos y con la ayuda de sus parientes de raza, los araucanos, los indios disponían del ganado y de las yeguas que no querían vender o cambiar por arreos de plata para cabalgar, que los gauchos llaman Chafalonía Pampa, muy apreciada por ser de metal sin liga.
”/…/.
“/…/. La Tierra Adentro, les servía de refugio seguro a los más díscolos de entre los gauchos badilleros (SIC); /…/.
”/…/.
”Lo grave de Tierra Adentro, era que también le daba asilo a los jefes revolucionarios. Los hermanos Saa y el coronel Baigorria tenían una especie de mando que duró muchos años, bajo el gran cacique Painé; allá se les juntaban todos los hombres descontentos y fracasados, con quienes ellos formaban una especie de escuadrones volantes que recorrían las fronteras con los indios, tan feroces y salvajes como ellos.
”/…/.
”/…/. Los indios de los Toldos de la Pampas, con excepción de un culto superficial al sol –a quien la humanidad siempre ha prestado, por lo menos, tanta atención como al principio del Bien–, no conservaban huella alguna de viejas tradiciones.
”Vivían casi lo mismo que los gauchos, con la sola diferencia de que cultivaban el maíz en pequeña escala, y comían carne de yegua en vez de vaca. /.../.
”/…/.
”En las tolderías, en los festejos, después de un malón afortunado, o del saqueo de alguna estancia, era de verse la increíble cantidad de carne de yegua que cada indio devoraba. Aquello era un fenómeno. Muchos de entre ellos, apenas la cocían y sólo la chamuscaban al fuego; otros se la comían cruda, bebiendo la sangre como si fuera leche; como la caña nunca faltaba en los Toldos, cuando se emborrachaban, todos manchados de sangre, ocurría pensar si en la cadena que une al hombre con el orangután habría algún eslabón que los hiciera del mismo linaje.
”Su bocado favorito era la parte gorda del cuello de un potrillo, que se comían cruda; en una ocasión tuve que gustar del jugoso manjar por respeto a la etiqueta: me lo metió literalmente por las narices, un guerrero joven, gritando a voz en cuello:
”–Huinca ser bueno.
”El efecto dura todavía. No puedo mirar un pedazo de gordo en un plato de sopa de tortuga sin que se me revuelvan el estómago y la memoria.
”Pues bien: hoy ya los Toldos, los de la orilla de los bosques de manzanos en los Andes, los alzados entre las Salinas Grandes y el Lago Argentino, todos han desparecido.” (2)
Notas y Bibliografía: 
(1) 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Tomo II, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
(2) 1914, Cunningham Graham, R, El Río de la Plata, en Busaniche, José Luis, Op. Cit., Tomo II pp. 162-165.


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