Sumario:
Artículo de Nora Garrote: La alimentación como fenómeno cultural,
histórico – La eficacia de las redes de donación alimentaria.
Artículo de Graciela Borrás: – Cambios en las prácticas
alimentarias – Cambios en la valorización simbólica de los
alimentos.
Menúes
infantiles en Rosario (Nora Garrote):(1)
Expone
un trabajo de campo realizado entre familias en situación de pobreza
en la ciudad de Rosario (llevado a cabo en los años 1997 y 1998) en
el que se propone verificar la eficacia social de los mecanismos de
la donación alimentaria.
Aportes
y argumentos:
Introduce los resultados de su investigación con un desarrollo
teórico acerca del fenómeno por el cual los alimentos
biológicamente considerados se transforman en comida, un bien
cultural. El fenómeno es a la vez comunicacional e histórico: los
seres humanos aprenden a cocinar y a comunicar su experiencia
culinaria a través de las generaciones. El alimento, entonces, como
bien cultural, circula en las relaciones que los hombres sostienen
entre sí. Es por eso que, entre otros aspectos, los antropólogos
estudian la circulación, el intercambio y la donación de bienes
alimentarios (pag. 141).
La
autora se detiene en esta cuestión de la donación que permite
considerar la comida como productora de la cohesión social, del
mantenimiento de la integración social. Sigue los estudios de
Malinowsky(a) sobre el tipo de relaciones reguladas y permanentes y
de Mauss(b) sobre las donaciones entendidas como conjunto de derechos
y deberes recíprocos que mantienen lazos espirituales entre los que
intercambian bienes alimentarios (estos lazos son indisolubles y
generan relaciones estables). También sigue los trabajos sobre el
tema de Godelier(c) y Godbout(d).
Es
en este marco conceptual en el que se propone verificar la eficacia
del concepto de donación alimentaria (pag. 142). El objetivo que se
formuló la autora fue “proponer el análisis de las redes de
relaciones comunales y societales como intermediación que afecta las
prácticas alimentarias de los niños pequeños (0 a 6 años) y los
procesos particulares de salud-enfermedad-atención” que
protagonizan las familias. En su trabajo de campo, tomó dos
conjuntos de unidades familiares. El primero consistió en el
conjunto de unidades en que las mujeres mantenían transferencias
alimentarias en forma de regalo con por lo menos cuatros tipos de
agentes comunitarios (parientes matrilineales, patrilineales, amigos,
vecinos, el Estado, las iglesias, etc.) y compartían
comidas-reuniones del ciclo festivo. El segundo, las familias que
mantenían vínculos de regalos alimentarios con menos de 3 de estos
agentes y casi no participaban de los ciclos festivos de comidas
compartidas.
En
el primer caso, los vínculos en que los niños participaban no sólo
se relacionaban con la provisión de alimentos. “Este conjunto
aparentemente había conseguido estructurar una red afectiva de
recursos diversificados, entre ellos los alimentarios, al momento de
este estudio.” En el segundo caso, este “conjunto, aparentemente,
no había estructurado un sistema de transferencias que les
permitiera mantener estables sus recursos alimentarios, más allá de
la adquisición monetaria de los mismos o algunos aportes
circunstanciales” (pag. 143).
La
autora pudo comprobar que las prácticas de socialización y los
valores compartidos, definían dos modelos alimentarios diferentes,
el primero flexible, el otro rígido. Comparando los procesos de
salud-enfermedad-atención, observó una diferencia en la expresión
de los mismos, no en tipo de patología, pero sí en su frecuencia,
duración y gravedad. Los niños del primer grupo estaban en mejores
condiciones para afrontar estos procesos que los otros.
Apoyatura
erudita:
se trascriben a continuación las citas de interés rescatadas del
texto que apoyan los aportes y argumentos, ordenadas con letras.
(a)
1995, Malinowski, Bronislaw, Los
argonautas del Pacífico Occidental. Comercio y aventura entre los
indígenas de la Nueva Guinea Melanésica,
Barcelona, Editorial Península.
(b)
1971, Mauss, Marcel, Ensayo
sobre los dones. Razón y forma del cambio en las sociedades
primitivas,
Madrid, Tecnos.
(c)
1998, Godelier, Maurice, El
enigma del don,
Buenos Aires, Editorial Paidós.
(d)
1997, Godbout, Jacques y Caille, Alain, El
espíritu del don,
Madrid Siglo XXI.
Crítica:
Aunque no estoy en condiciones de formular una crítica técnica
sobre el texto de marras, debo decir que no propone cómo extender
los beneficios de la red de donaciones a todos los grupos familiares,
es decir, cómo inducirlos a que cambien sus comportamientos sociales
y su valoración sobre los mismo.
Fuentes
citadas por mí en la crítica:
(1)
2005 Garrote, Nora, “Menúes infantiles en Rosario” en AAVV, La
cocina como patrimonio (in)tangible, Primeras jornadas de patrimonio
gastronómico,
Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pp.
139-150.
Cambios
de hábitos alimentarios en Mar del Plata (Graciela Borás):(1)
El
artículo expone los resultados de dos trabajos de investigación
llevados a cabo en la ciudad de Mar del Plata (Argentina) sobre
vegetales semi elaborados y productos cárnicos. Tuvieron el
propósito de indagar sobre los diferentes comportamientos de los
consumidores y las tendencias de cambios de hábitos en relación con
esos productos. Para el primer trabajo (vegetales), se realizó una
encuesta cuali-cuantitativa para la que se seleccionaron 30 hogares
con hijos mediante la técnica de redes (se tuvo en cuenta la
actividad de la mujer, el estado civil y los ingresos totales de la
familia). En el segundo caso (carnes), se realizó una encuesta en
los lugares de compras (supermercados, carnicerías y granjas) a 100
consumidores (se tuvo en cuenta el barrio de Mar del Plata y el nivel
de ocupación, de educación e de ingresos).
Aportes
y argumentos:
Expongo a continuación las conclusiones a las que arriba a la
autora.
Los
cambios en el estatus de los alimentos, de los gustos y de los
valores relacionados con ellos se corresponden con transformaciones
sociales, económicas y civilizatorias(a). La ciudad de Mar del Plata
no escapa a las grandes tendencias que se observan en el nivel
mundial.
Cambios
percibidos desde el punto de vista de las prácticas alimentarias:
- Algunos sectores sociales tratan de tener más tiempo libre. Para ello procuran alejarse de las cuestiones domésticas, entre ellas, la alimentación. El cambio supone la adquisición de nuevos productos (alimentos vegetales congelados, vegetales de cuarta gama (pelados, limpios y cortados, listos para usar), etc.) y la adopción de nuevas prácticas en el seno del hogar que reduzcan los tiempos dedicados a la tarea.
- Los productos que se encuentran en ascenso en la propensión del consumo son: vegetales de reciente incorporación en la dieta de los marplatenses (brócoli), vegetales tradicionales (tomates), carnes no tradicionales (pollo y pescado). También aumenta el consumo de productos preparados, sea congelados, sea vegetales de cuarta gama, sea adquiridos por el sistema de delivery.
- El trabajo de la mujer afuera del hogar y el ajetreo de la vida moderna traen modificaciones en los horarios de las comidas (se tornan más flexibles) y en las comidas que comparte la familia en el seno del hogar (aumento de las comidas fuera del mismo por trabajo, estudio o esparcimiento).
- La alimentación deja de ocupar el lugar central como elemento aglutinador de la familia. La comida socializada, ritualizada, ya no encuentra su lugar, a menos que se inscriba en el espacio del ocio.
Cambios
percibidos desde el punto de vista de las representaciones
simbólicas:
- Los sectores sociales de mayor poder adquisitivo y mayor nivel educativo adoptan nuevos productos con mayor grado de elaboración (en ellos se aprecia la regularidad de sus características y la facilidad de su uso), los vegetales de reciente incorporación y la diversificación de los productos cárnicos. Son los sectores que buscan una alimentación más sana y equilibrada.
- En todo el tejido social existe una señal de alerta frente a los alimentos de alto contenido graso. Esta valoración provoca la búsqueda de alimentos más saludables (muchas veces más un deseo que una práctica real). El consumidor empieza a preguntarse por la calidad de los alimentos en donde el principio fundamental es la capacidad de elección por parte del consumidor. Sin embargo, a “través de los medios de comunicación se confunden los discursos de los médicos, los nutricionistas, las publicidades de los productos, los chefs de cocina, los regímenes para adelgazar, los recetarios de cocina, generando muchas veces más incertidumbre que certezas.”
- A mediados de los ochenta comienza la declinación del consumo de carne vacuna. Si bien sigue siendo la carne que más se consume, se observa una baja en la valoración de la misma y un alza en la valoración de frutas y verduras. Sin embargo, en los sectores bajos y medios se observa una necesidad de consumo de carne, conservando ésta su poder simbólico en el esquema de valores alimentarios. Esta prevalencia justifica la idea de que la comida es “carne con algo”(b). Esta expresión está mas asociada a valores masculinos que femeninos. En los estratos sociales más bajos es donde se manifiesta un mayor adhesión de las mujeres al gusto alimentario masculino.
- Por otra parte, el aumento de consumo de pollo, pescado y verduras, junto con el acceso a productos considerados sanos y con mayor grado de elaboración parecen mostrar una tendencia hacia un gusto alimentario más femenino. Esta tendencia es más fuerte en las familias en que las mujeres trabajan o son jefas de hogar, incluso en los sectores sociales de mayores ingresos y mayor nivel educativo.
- A pesar de todas estas tendencias, la autora asegura que “las preocupaciones de los que menos tienen siguen siendo la posibilidad de acceso a los alimentos, es decir su precio en relación con sus ingresos.”
El
texto se detiene en el análisis de otros fenómenos externos como el
auge de los supermercados y las nuevas modalidades de compra que
supone, el impacto de los medios de comunicación, la imagen y
cuidado del cuerpo y la evolución en el consumo de los distintos
productos.
Apoyatura
erudita:
se trascriben a continuación las citas de interés para futuras
investigaciones rescatadas del texto.
(a)
1995, Fischler, C., El
(h)omnívoro,
Barcelona, Anagrama.
(b)
1997, Aguirre, Patricia, “Estrategias domésticas de consumo e
identidad en Argentina”, en Álvarez, M. y Pinotti, L.
(compiladores), Procesos
socioculturales y alimentación,
Buenos Aires, Ediciones del Sol, Serie Antropológica.
Crítica:
El
interés del trabajo reside en que confirma, a partir de compulsas de
opinión, la consistencia de algunas tendencias sociales en relación
con la comida y los alimentos. Carezco de elementos técnicos para
criticar los resultados expuestos que, por otra parte, intuyo muy
próximos a lo que realmente pasó en la vida social.
Se
me ocurre pensar que si las encuestas se realizaran en el presente,
tendríamos que prestarle atención a otros fenómenos. ¿Qué ocurre
con la carne de cerdo cuyo consumo intuyo ascendente en el presente
siglo? ¿En qué proporción la responsabilidad de la comida está a
cargo de varones, mujeres o es compartida en el hogar? ¿La presencia
de los varones en la cocina confirman el proceso de feminización del
gusto (en los términos utilizados en este artículo), hay un retorno
hacia el gusto masculino o se ha establecido un nuevo equilibrio
entre ambos?
Fuentes
citadas por mí en la crítica:
(1)
2005, Borrás, Graciela, “Cambio de hábitos alimentarios en Mar
del Plata” en AAVV, La
cocina como patrimonio (in)tangible, Primeras jornadas de patrimonio
gastronómico,
Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pp.
151-168.
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