El
charqui es un método indio andino de conservación de carnes muy antiguo. Merece
nuestra atención tanto como el sushi, el gravlax o los ahumados, encurtidos y
escabeches.
En
lo personal, no he tenido un contacto frecuente con estas carnes y con las
comidas que la utilizan específicamente. El conocimiento sobre su existencia se
remonta a mi infancia, a los manuales de educación primaria y a las canciones
folklóricas que escuchaba. Pero siempre tuve la imagen de un producto exótico
que se consumía en los ambientes rurales del noroeste argentino. Personalmente,
y hasta hace poco tiempo, sólo alguna vez había comido empanadas de charqui en
Salta. Más recientemente, pude acceder al producto con mayor frecuencia y probar,
por ejemplo, alguna preparación con mote de maíz blanco. Pero, lo más
interesante fue el Tamal de chicoana (va relleno con charqui) que comí en las
vacaciones de 2014 frente a la Plaza de Chicoana en el corazón del Valle de
Lerma.
La imagen pertenece al autor
Estoy
hablando de un producto que ha tenido poca fortuna. No acompañó al conjunto de
preparaciones del noroeste que irrumpieron en los años sesenta del siglo XX en
Buenos Aires de la mano del auge de de la música popular de proyección
folklórica. Empanadas salteñas, locros, carbonadas dejaron al charqui de a pie.
Tampoco tuvo, ni tiene, su cuarto de hora con el auge de las cocinas étnicas en
nuestra capital.
La imagen pertenece al autor
He
meditado sobre este asunto y me pareció siempre que la ausencia del charqui en
la cocina porteña se debe a un problema de accesibilidad... es un producto
difícil de conseguir. ¿Por qué? No lo sé, pero siempre imaginé que era porque
es muy difícil prepararlo en la llanura y también porque es muy difícil
usarlo... ¿Qué comidas podrían llevarlo, por ejemplo?
Referencia de la imagen(16)
¿Es
realmente así? Leyendo la receta de charqui, tal y como la describe el célebre
compositor salteño Gustavo “Cuchi” Leguizamón en el libro de Juan Carlos
Martelli, no me pareció que pudiera confirmar esas presunciones de mi parte...
sino, más bien, lo contrario.
Charqui
(“Cuchi” Leguizamón)
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Fuente
(fecha)
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Conferencia
de Gustavo Leguizamón en la Fundación Argentina de Gastronomía (s/d)(1)
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Ingredientes
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Bifes (no
indica el corte).
Sal.
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Preparación
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1.- Se cortan en tiritas muy finas unos bifes ya cortados muy
delgados por el carnicero (se los pide para milanesas).
2.- Se salan muy bien, hasta que no absorban más.
3.- Se atraviesan las tiritas con un alambrecito largo, se
cuelgan al sol y se dejan deshidratar todos los días que fuese necesario.
4.- Cuando quedan muy secos, se guardan, con sal y todo.
5.- Para cocinar, se sumergen en una olla con agua, durante
doce horas. Conviene cambiar el agua cada tres horas.
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Comentarios
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1.- El
Cuchi no dice el corte de la carne; pero, si seguimos la descripción del paso
1.-, podemos imaginar que se puede usar cualquier carne de las que se usan
para hacer milanesas.
2.- Sobre
el final de su receta, Leguizamón dice: “Este charqui es mucho mejor del que
se vende en bolsas, por la calidad de la carne y el cuidado personal en la
preparación.”(2)
3.- En su
receta de charqui, doña Petrona habla de separar la carne de los huesos. Esto
nos da la idea de su preferencia por otros cortes. Señala como caso especial
el charqui hecho con carne del costillar(3).
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Como puede apreciarse, no es tan difícil
preparar el charqui. Pero, ¿se podrá preparar charqui en Buenos Aires? ¿Qué
dice Martelli? Leemos en su libro:
“/.../ hago notar que en Salta, y en general
en todo el Noroeste, hay temporadas secas, durante las cuales, claro está, no
cae un milímetro de lluvia. Además, para lograr un buen charqui, se precisa la
alternancia de un sol muy fuerte con noches límpidas y heladas. Hemos probado
con éxito, sin embargo, en invierno, prepararlo en Buenos Aires, entrando, a la
menor amenaza de lluvia, el aparejo de alambrecitos a un lugar seco y
fresco.”(4)
El libro expone, además, la receta de su
madre (Olga Morón de Martelli) que abajo transcribo. De modo que es posible
preparar charqui en Buenos Aires. Con todo, no me quedé con lo dicho por los
autores que vengo siguiendo en este artículo. Me puse a indagar un poco más con
dos ideas centrales: cómo se refleja la receta en los recetarios argentinos que
siempre consulto y cuál es la dispersión de la práctica histórica y actual.
Según el Diccionario de la Real Academia
Española, la palabra charqui, y la forma charque también, es usual en Perú,
Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay con el mismo significado
(“Carne salada y secada al aire o al sol para que se
conserve.”)(5). De modo que no es erróneo afirmar que esas es el área de
dispersión máxima de este método de conservación de alimentos. Aunque su
etimología es desconocida para la mencionada Academia pan-hispánica, podemos
admitir, al menos provisionalmente que el método se ideó en el Área Andina
Meridional y que luego se difundió hacia el sur de Chile, las Pampas
Argentinas, la Patagonia y la República Oriental del Uruguay; no siendo raro
suponer que esta difusión alcanzara también al Estado de Río Grande del Sur
en la República Federativa del Brasil. Esta dispersión puede verificarse
en los recetarios regionales argentinos, e incluso en la obra de Juana Manuela
Gorriti(6).
Efectivamente,
en esta obra, sólo encontramos una mención al charqui en la receta de un plato
clásico aún hoy en la cocina chilena, el Valdiviano. Fue enviada por Amelia López de Soruco desde
Santiago de Chile (es oportuno recordar aquí que la ciudad de Valdivia, de
donde es originaria esta receta, se encuentra a setecientos cincuenta
kilómetros al sur de esa capital).
¿Qué encontramos en los recetarios
tradicionales argentinos acerca del charque y de las comidas que con él se
preparan?
El recetario de Marta (1914) no contiene
una receta que explique cómo se prepara el charqui, pero sí una de Chatasca que
es uno de los guisos típicos que se preparan con charqui(7). El libro de doña
Petrona, como ya he dicho, tiene una receta de cómo preparar el charqui, pero,
además, tiene una de Chatasca(8). Ninguno de los dos contienen recetas de Charquicán,
otro de los guisos típicos en los que se usa esta conserva.
José Eyzaguirre en su Libro del Buen
Comer contiene una receta curiosa a la que le atribuye un origen chileno.
Se trata de un charquicán que no lleva charqui. Sin embargo, trata la carne de
una manera especial: la cocina mucho tiempo en el horno hasta que está seca
para desmenuzarla luego cuando está fría. Con este modo de secado, especulo yo,
la carne debe adquirir la textura semejante a la del charqui(9). Fuera de esta
receta, no hay, a simple vista, menciones al charqui y a las recetas clásicas
que lo tienen como ingrediente.
En recetarios de cocina regional argentina
encontré: una receta de Charqui de ciervo que Jesús Fernández recopiló en Villa
La Angostura, Provincia del Neuquén(10) y en los que publicara el Ministerio de
Desarrollo Social encontré recetas de Chatasca en la región del Noreste(11); Calapurca,
Charquisillo, Cachilo y Frangollo con charqui en el Noroeste argentino(12) y Charqui
de potro en la Patagonia(13).
Como puede apreciarse,
aún es habitual la preparación del charqui y su utilización en la cocina
cotidiana en La Argentina, sobre todo en el Noroeste. De modo que se trata de
un método de conservación de carnes vigente y que puede parangonarse, como dije
arriba, con otros que han adquirido fama internacional. Sólo falta que los
cocineros profesionales, lo tomen y lo lleven a preparaciones sofisticadas para
que el charqui comience a tener el lugar que se merece... y efectivamente, esto
comenzó a ocurrir. En el recetario de la nueva cocina argentina de Pietro
Sorba, se expone una receta de Frangollo con charqui del cocinero salteño
Gonzalo Doxandabarat que supone un tratamiento personal y sofisticado de esas
preparaciones tradicionales(14).
Bueno, basta de navegar por los recetarios
argentinos. Volvamos a la receta de charqui de la señora de Martelli y veamos
si es posible preparar charqui en Buenos Aires.
Charqui
(en Buenos Aires)
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Fuente
(fecha)
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Cuaderno
negro de Olga Morón de Martelli(15).
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Ingredientes
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Carne,
preferentemente de vaca, tierna.
Sal gruesa.
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Preparación
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1.- Desgrasar la carne y quitarle nervios y aponeurosis.
2.- Cortar la carne en bifes finitos como milanesas.
3.- Prensar los bifes entre dos maderas, con un buen peso
encima, por un día.
4.- Pasado el tiempo, salar los bifes con sal gruesa machacada
en el mortero, dejando que la carne se impregne en ella.
5.- Dejar la carne sobre una rejilla durante 24 ó 36 horas.
Pasado ese tiempo, si la carne lo admite, se la vuelve a salar. En este caso,
dejar pasar un lapso de tiempo similar.
6.- Colgar la carne al sol durante 5 días, poniéndola a
resguardo si llueve y preservándola de rocíos abundantes.
7.- Pasados los 5 días, entrar los bifes y golpearlos
fuertemente con un martillo de madera
sobre una tabla. Esta operación se repite varias veces hasta que quede una
lámina seca que pueda deshacerse con las manos.
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Comentarios
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1.- Juan
Carlos Martelli conjetura que la receta de su madre muy posiblemente tenga
origen entrerriano. Olga Morón hacía preparar el charqui en los largos
veraneos en Mar del Plata.
2.-
Reflexión personal: en nuestros días se puede evitar el paso de machacar la
sal gruesa en el mortero, usando sal parrillera.
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En otro artículo presento
recetas de charquicán y chatasca que llevan al charqui como ingrediente
principal.
Notas y
bibliografía:
(1)
1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina
criolla, Buenos Aires, Edicol, pp. 36-39.
(2)
Ídem, pag. 37.
(3)
1934, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires,
1958, edición 52°, pp. 283-284.
(4)
1991, Martelli, Op. Cit., pag. 37.
(6) 1890,
Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica, Buenos Aires, Félix Lajouane
Editor (Librairie Générale), 1890. Leído en
http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/cocina_eclectica/cocina_00indice.htm,
el 3 de marzo de 2014.
(7) 1914, Cocina
tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La
cocinera criolla, pp. 17-18.
(8) 1934,
Gandulfo, Cit.
(9) 1946,
Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial Saber
Vivir, 1946, 2° edición, pag. 305.
(10) 2002, Fernández, Jesús, La cocina del fin
del mundo (Patagonia y Tierra del Fuego), s/l (impreso en Rosario, Santa
Fe), Virreynato Libros, 3° edición 2008, pp. 36-37.
(11)
2010(c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores
con sapucay, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales, leído
el 3 de marzo de 2014 en http://www.desarrollosocial.gob.ar/Uploads/i1/1-%20Recetas%20NEA.pdf
(12)
2010(c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores
del sur: de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto
Recetarios Regionales, leído el 3 de marzo de 2014 en http://www.desarrollosocial.gob.ar/Uploads/i1/2-%20Recetas%20NOA.pdf
(13)
2010(c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores
del sur: de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto
Recetarios Regionales, leído el 3 de marzo 2014 en http://www.senaf.gob.ar/Uploads/i1/6-%20Recetas%20Patagonia.pdf
(14) 2012,
Sorba, Pietro, Nueva cocina argentina, 31 cocineros, 224 recetas, Buenos
Aires, Planeta, pag. 116.
(15) 1991,
Martelli, Op. Cit., pp. 37-38.
(16) Leída en http://vivamitierra947.blogspot.com.ar/2011/05/cuchi-leguizamon.html el 10 de enero de 2015.
Me parece una excelente idea la de poner al charqui en vigencia culinaria, creo que se puede aprovechar su textura y sabor de manera especial en la cocina argentina. Un abrazo !!
ResponderEliminarGracias, Mador, por su comentario.
EliminarIncluso puede ser una pieza clave en cuanto nos dediquemos a desarrollar una alta cocina argentina.
Este informe es una genialidad, gracias por la investigacion historica
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por sus comentarios.
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