Les he propuesto un recorrido por los bodegones porteños. Por esos
restaurantes que han surgido en la primera mitad del siglo XX y que han hecho
el camino de los barrios al Centro que, a fin de cuentas, en esta historia,
termina siendo un barrio más de la Ciudad. He tratado de llevarlos por esos
restaurantes que han hecho el camino desde la rústica melancolía de los
inmigrantes al refinamiento afrancesado de la burguesía porteña.
Les he mostrado como era y como son. Les he mostrado su mítica presencia
actual y su evolución hacia el restaurante de la cocina porteña... una cocina
con identidad... me falta ahora, agregar la frutilla del postre.
En materia de dulzuras, el bodegón tiene un capítulo que crece a partir
de una sencilla combinación de ingredientes (leche, azúcar, harina, huevos, pan
inglés, manzanas, manteca y esencia de vainilla... ¡ah! ...y dulce de leche)
hasta alturas de dulzura casi empalagosas.
Como ya es costumbre con estas recopilaciones haré referencias a una
serie de preparaciones que luego se verán reflejadas en sendos artículos en los
que se exponen las recetas. Pero, en esta ocasión, habrá una pequeña
diferencia. Comenzaré por un postre emblemático que no tiene más receta que la
adecuada combinación de buenos productos: el postre del vigilante.
Se trata de una tajada de dulce de batatas dispuesta sobre una de queso
cremoso, preferentemente quartirolo argentino. Hay una leyenda urbana,
absolutamente verosímil como todas ellas, que refiere su origen. Era tradición, en la Buenos Aires de mediados del
siglo anterior, ver a los agentes de policía que están de consigna, es decir, a
los vigilantes asignados a determinadas esquina, “garroneando” algo de comer en
los locales de restauración del barrio. Era frecuente ver, en la pizzería de la
esquina, parar el patrullero que luego se llevaba un par de pizzas para la
guardia. En un bodegón mítico de una esquina mítica de Buenos Aires un gallego
mítico servía queso y dulce a los vigilantes porque se trataba de una
preparación barata. Un día, un parroquiano, tan mítico como el resto, pidió que
a él también le sirvieran el postre del vigilante...
Sí, sí, ya sé que hay muchos postres que combinan queso y dulce, pero
éste tiene su especificidad, dulce de batata y queso quartirolo argentino como
ya he dicho. Si se sale de ahí, el postre cambia de nombre. Por ejemplo, hay
una versión más sofisticada que lleva dulce de membrillo, y algún otro queso...
pero ese ya no es el postre del vigilante, ahora se llama Martín Fierro.
Dije arriba que este postre es emblemático del bodegón porque tiene un
pasado en la leyenda relatada, un presente en las distintas versiones que se
sirven en los restaurantes porteños, postre Martín Fierro incluido, y un lugar
en la alta cocina nacional en el futuro. Efectivamente, el mejor postre del
vigilante que comí en mi vida, lo disfruté en el restaurante Chila de Puerto
Madero. Allí se llama “Queso y dulce – Anita”.
¿Qué postres se pueden pedir en el bodegón? Muchos. Ellos provienen de
las más diversas tradiciones culinarias, desde el muy afrancesado panqueque con dulce de leche al muy italiano budín de pan, postre, éste, que aprovecha las
sobras de los días anteriores y que ofrece diversos grados de sofisticación (al
igual que la sopa inglesa que también se hace con pan inglés)... y, si
agregamos manzanas, podemos disfrutar de una buena tarantela.
Como puede verse, se trata de versiones adaptadas a los productos
locales. El ejemplo típico de esta adaptación es el del flan con dulce de
leche... y, si tenemos suerte, el flan de dulce de leche la lleva a una
sofisticación que ya le da autonomía.
Las modas también llegan a los bodegones. Ellas imponen hoy dos postres
que se insertan perfectamente en la tradición porque se parecen a otros que ya
hemos citado o que, sin que esté en nuestra lista, forman parte de este
recetario. Así podemos probar el tiramisú criollo y la crema catalana, variante
quemada de las natillas que algunos bodegones de clara evocación española
ofrecen desde hace muchos años.
Pero en tren de refinamiento, hay un postre que, según Dereck Foster es
una entera creación argentina: el panqueque de manzana que suele ir flambeadocon rhum.(1)
Aquí, con estas recomendaciones, terminan los artículos en que intenté
rescatar el recetario de los bodegones o, más específicamente, del restaurante
porteño... ¿termina? Tal vez aquí empieza un camino que nos permitirá rescatar
una cocina con identidad y sabor propio: el de la cocina urbana de la pampa
húmeda rioplatense. La puerta está abierta y, lo mejor, la mesa está servida.
Notas
y bibliografía:
(1) 2001, Foster, Dereck, El gaucho gourmet, Buenos Aires,
emecé, pag. 38 y 2011, msena, Milanesa napolitana, ¿invento argentino?
(reportaje a Dereck Foster), en http://dixit.guiaoleo.com.ar/milanesanapolitana/
(leído el 01 de enero de 2014).
Pues que me has sacado de un gran error estimado amigo, siempre pensé que el "del vigilante" era el de membrillo y que el Martín Fierro era un invento posterior nada más. Ahora ya veo que estaba yo muy equivocada, o más bien, mi padre, quien me enseñó ese nombre de sus visitas a Buenos Aires por allá en los años 50. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, querida amiga, por tus comentarios.
EliminarEstas apreciaciones son siempre inestables porque los nombres de estos platos se desplazan como los deseos cuando soñamos.
Estas creaciones, como tantas otras en la cocina, no siempre están documentadas. Vigilante y Martín Fierro son los nombres actuales; aunque nunca falta un restaurador que ofrece vigilante de membrillo.
Todos creemos que el Martín Fierro es posterior al Vigilante, vos también lo creés; pero no tenemos documentos que nos sirvan de asidero, sólo hay relatos, y todos ellos con visos de leyendas urbanas.
Los comentarios de tu padre son un elemento valioso para hacernos pensar, por ejemplo, que el nombre Martín Fierro es muy reciente y que el postre ya existía hace 70 años.
De modo, que no hay error evidente en tus ideas previas a la lectura de este artículo; sino matices muy interesantes para echar más luz sobre el tema.
Agradezco el desasnarme sobre la existencia del "Martín Fierro", jamás lo había escuchado.
ResponderEliminarPor otro lado, el flan DE dulce de leche no es flan, es otro postre.
El flan es flan y el CON dulce de leche es con dulce de leche.
No bastardeemos un icono de nuestra tradición.
Gracias, Oscar, por tus comentarios.
EliminarPor supuesto que el flan DE dulce de leche y el flan CON dulce de leche son postres diferentes. El primero es una creación enteramente nacional, el segundo es la apropiación de una receta foránea.
El resultado de toda apropiación culinaria es, claro está, la inserción de la receta en la tradición propia. Eso ocurrió con el flan al que se agregó nuestro dulce de leche. En ese sentido, comparto la idea de que el flan con dulce de leche es un ícono de nuestra tradición culinaria.
Pero, te pregunto ¿Acaso doña Petrona y su recetario no es también un ícono de nuestra tradición culinaria?
¿Hasta cuando vamos a sentir que somos uno incapaces y que lo único que merece ser considerado verdaderamente nuestro es lo foráneo?
Estimado Mario: en una visita hecha tiempo ha al Uruguay , creo que fué en Rivera/Santa do Livramento (Enero ´93), luego de cenar un "lomito uruguayo", en la "carta" rezaba: POSTRES - Martín Fierro, sin más aditamento ni aclaración acerca del tipo de queso o dulce. No recuerdo si era indistinto batata o membrillo. Saludos. El Tano.
ResponderEliminarGracias, Tano, por tus comentarios.
Eliminar¿Qué te paece si vamos a Rivera. Después podemos pasar por Melo y salir hacia Rocha por el Olimar.
Para sacarnos las dudas, digo.
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