Cuentos de
Reseros de principio del siglo XX
Conocí a Elías
Carpena en 1973 en la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta”, era el
bibliotecario. Luego, ya en el barrio, supe algo más de él, de su compromiso
con el Museo Criollo de los Corrales en Mataderos. Su larga vida (1897-1986),
dedicada a la literatura, culminó con su designación como académico de número
de la Academia Argentina de Letras, ocupando el sillón “Juan Cruz Varela”, al
que luego accedería mi maestro Ángel Mazei y Pedro Luis Barcia.
En 1972 escribió
Cuentos de reseros(1) que logró publicar 10
años más tarde. Sugiere, en el “Testimonio preliminar” de la obra, que los
cuentos que conforman el volumen se basan en relatos que los mismos reseros
proferían en momentos de descanso. Don Elías los habría recogido en sus
andanzas juveniles como cantor y guitarrero en la Casa Vieja (Batlle y Ordóñez
y Escalada,(2) donde hoy se encuentra la Escuela de Policía)
y en el bar Oviedo de Avenida de los Corrales y Lisandro de la Torre. Las
referencias temporales son muy vagas, pero las circunstancias en que los
reseros relataban sus cuentos están enmarcadas entre los años 1910 y 1940 (hay
una referencia al impacto de la guerra europea de 1914 sobre la actividad
ganadera argentina y otra sobre las carreras de cuadreras que se corrían en
Isidro Casanova en los años treinta del siglo pasado).
Con
relación a los textos trascriptos a continuación, salvo el de la boga asada
junto al Riachuelo que forma parte del relato de uno de los reseros, el resto
refiere a las circunstancias en que los reseros se dedicaban al descanso en la
Casa Vieja y eran alimentados por el cuidador (el negro Venancio Palomeque).
Por ello deben ser ubicados temporalmente entre 1910 y 1930, aproximadamente.
El churrasco(3)
“El cuidador les
previno urgencia a los reseros:
“-Apuren,
vamos, que en la cocina los aguarda el plato de locro y unos churrascos a la
parrilla.”
“El cuidador de
la casa vieja, le pidió al resero Florindo.
“-Hágame el
bien, resero, acérquese a lo de la china y vea si está necesitando algo; en
tanto yo aso los churrascos y los choclos, porque me asusta esto de venir el
perro de ella y pegar aquí los aullidos. Escuchen el aullar: ¿no parece un
cristiano echando clamores?
“Choclos
y churrascos se asaban de a poco. Enseguida estuvo de vuelta el resero con la
seguridad de que la china se encontraba feliz, envuelta en un manto de humo de
chamico para no ser atacada por los mosquitos. /.../.”
“Se
hacía de noche. En tanto los reseros y el cuidador cenaban unos churrascos y
unos choclos asados. No había palabras, pero discurría en tristes soliloquios.”
Notas
y bibliografía:
(1)
1982, Carpena, Elías, Cuentos de resero, Buenos Aires, Plus Ultra.
(2)
1997, Cunietti Ferrando, A. J., San José de Flores, Buenos Aires,
Honorable Consejo Deliberante, citado en http://www.villalugano.com.ar/barrio/historia/partidoflores.php,
leído el 24 de noviembre de 2011.
(3)
1982, Carpena, Elías, op. Cit., pp. 39-40, 50, 115.
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