Esteban
Etcheverría (1805-1851) poeta y escritor argentino. Perteneció a la
denomina Generación del 37. Fue autor de textos fundacionales del la
literatura argentina. Los más destacados son: El
dogma socialista,
La cautiva
y El matadero.
El texto que se transcribe fue compuesto alrededor de 1937.(1)
El
camino que llevó a los gauchos a las profesiones de resero y
matarife aún no se había iniciado, y mucho menos el que llevó al
de despostador certificado; pero la pericia para reconocer y extraer
el matambre de una res muerta es continuidad de su capacidad para
desollar a un animal en la época en que sólo interesaba el cuero.
El poeta Etcheverría rescata la costumbre de comer el matambre y le
da estatura de producto nacional.
Apología
del matambre
“Griten
en buena hora cuanto quieran los taciturnos ingleses, roast-beef,
plum pudding;
chillen los
italianos, maccaroni,
y váyanse
quedando tan delgados como una I
o la aguja de
una torre gótica. Voceen los franceses omelette
souflée, omelette au sucre, omelette au diable; digan
los españoles con sorna, chorizos,
olla podrida, y
más podrida y rancia que su ilustración secular. Griten en buena
hora todos juntos, que nosotros, apretándonos los flancos soltaremos
zumbando el palabrón, matambre,
y taparemos de
cabo a rabo su descomedida boca.
“/…/.
“Con
matambre se nutren los pechos varoniles avezados a batallar y vencer,
y con matambre los vientres que los engendraron: con matambre se
alimentan los que en su infancia, de un salto escalaron los Andes, y
allá en sus nevadas cumbres entre el ruido de los torrentes y el
rugido de las tempestades, con hierro ensangrentado escribieron:
Independencia,
Libertad; y
matambre comen los que a la edad de veinte y cinco años llevan
todavía babador, se mueven con andaderas y gritan balbucientes:
Papá... papá... Pero a juventudes tardías, largas y robustas
vejeces, dice otro apotegma que puede servir de cola al de Pérez.
“/…/.
“/…/.
Debe haberlos, y los hay, buenos y malos, grandes y chicos, flacos y
gordos, duros y blandos; pero queda al arbitrio de cada cual escoger
al que mejor apetece a su paladar, estómago o dentadura, dejando
siempre a salvo el buen nombre de la especie matambruna, pues no es
de recta ley que paguen justos por pecadores, ni que por una que otra
indigestión que hayan causado los gordos, uno que otro sinsabor
debido a los flacos, uno que otro aflojamiento de dientes ocasionado
por los duros, se lance anatema sobre todos ellos.
“Cosida
o asada tiene toda carne vacuna, un dejo particular o sui
generis debido
según los químicos a cierta materia roja poco conocida y a la cual
han dado el raro nombre de osmazomo
(olor de caldo).
Esta substancia pues, que nosotros los profanos llamamos jugo
exquisito, sabor delicado, es la misma que con delicias paladeamos
cuando cae por fortuna en nuestros dientes un pedazo de tierno y
gordiflaco matambre: digo gordiflaco porque considero esencial este
requisito para que sea más apetitoso; y no estará de más referir
una anecdotilla, cuyo recuerdo saboreo yo con tanto gusto como una
tajada de matambre que chorree.
“Repuntaron
los muchachos que andaban desbandados y despacháronlos a almorzar a
la pieza inmediata, mientras yo, en un rincón del comedor,
haciéndome el zorrocloco, devoraba con los ojos aquel prodigioso
parto vacuno. "Vete niño con los otros", me dijo mi madre,
y yo agachando la cabeza sonreía y me acercaba: "Vete, te
digo", repitió, y una hermosa mujer, un ángel, contestó: "No,
no; déjelo usted almorzar aquí", y al lado suyo me plantó de
pie en una silla. Allí estaba yo en mis glorias: el primero que
destrizaron fue el matambre; dieron a cada cual su parte, y mi linda
protectora, con hechicera amabilidad me preguntó: "¿Quieres,
Pepito, gordo o flaco?". "Yo quiero, contesté en voz alta,
gordo, flaco y pegado", y gordo, flaco y pegado repitió con
gran ruido y risotadas toda la femenina concurrencia, y dióme un
beso tan fuerte y cariñoso aquella preciosa criatura, que sus labios
me hicieron un moretón en la mejilla y dejaron rastros indelebles en
mi memoria.”
Notas
y bibliografía:
(1)
“Apología
del Matambre” (c.1837)
Cuadro de costumbres argentinas Fuente: Juan María Gutiérrez,
Obras Completas
de D. Esteban Echeverría, Carlos
Casavalle Editor, Buenos Aires, 1870-1874. En
http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/matambre/matambre.htm.
leído el 5 de agosto de 2010. La imagen de Esteban Echeverría fue tomada de http://www.google.com.ar/search?q=esteban+echeverria+imagenes&hl=es&prmd=imvnso&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=IlIET_-bH5O2twe3rMjGAw&sqi=2&ved=0CCAQsAQ&biw=1024&bih=544.
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