Willy Cersósimo
05/2017
Francia. Chile. Sarmiento. 17 de abril de 1853. Malbec.
¿Cuál es el hilo conductor que une todo esto?
Obviamente
el vino, que siempre nos entrega historias fascinantes.
Llamada
Auxerrois o Côt Noir en Cahors, llamada Malbec en Burdeos y Pressac en otros
lugares. Históricamente la producción de Malbec principalmente se realizó en la
ciudad de Cahors, ubicada en el sudoeste de Francia, cerca de los Pirineos.
Burdeos está 200 km al este de Cahors, que es sin dudas una de las principales
regiones vitivinícolas de Francia. El vino de Cahors, fue muy apreciado desde
la época del Imperio Romano, tal como surge de las obras de autores como
Virgilio y Horacio.
Según
estudios genéticos, el malbec es el resultado del cruzamiento entre las
variedades Magdeleine Noir de Charentes y la Prunelard, la primera es una uva
de mesa muy consumida en la Edad Media, mientras que la segunda es una antigua
variedad de Gaillac,
que todavía se puede encontrar.
Durante
el siglo XIX comenzó su decadencia, los viticultores franceses valoraron otras
cepas que se adaptaban mejor a las características del suelo, al clima de la
región y al gusto de la gente. Esta decadencia incluso se extendió a todos los
vinos de la zona de Cahors los que perdieron todo su reconocimiento. Para
completar este cono de sombra en el que se sumergió, en ese momento, nuestra
actual cepa insignia, en el año 1877, la plaga de filoxera atacó los viñedos de
Cahors y los diezmo por completo. Las 40.000 hectáreas cultivadas
desaparecieron en un lapso de un par de años casi por completo. Al comenzar a
replantar con nuevas vides la zona, los viticultores no lo hicieron con Malbec,
utilizaron otras cepas, que como dijimos, les resultaban más convenientes. Recién,
en la segunda mitad del siglo XX, volvieron a utilizarla, como vino de corte
con uvas Merlot y Tannat, para obtener vinos oscuros y con mucho cuerpo,
gracias al éxito que la misma tiene a raíz del impulso que cobró gracias a
nuestro país.
El
censo que se efectuó en el año 2000 arrojó que había 6.100 hectáreas de esta
cepa y se encontraban concentradas en el suroeste del país en la zona de Cahors,
en estos lugares las regulaciones AOC -Apelación de Origen Controlada- estipulan
que al menos un 70% del vino de corte, generalmente con Merlot o Tannat, debe
ser Malbec. También encontramos una pequeña cantidad de Malbec en la zona media
del valle del Loira encontrándose permitida en las AOC de Anjou, Coteaux de
Loir, Touraine y en el vino espumoso AOC de Saumur, donde es mezclada con Cabernet
Sauvignon y Gamay.
El
fenómeno de la expansión del Malbec fuera de Francia, se produjo en las décadas
de 1840 y 1850, que fue cuando llegó al Cono Sur de América. En ese período las
cepas de Malbec se comenzaron a cultivar en las denominadas Quinta Normal de
Santiago de Chile y de Mendoza, inspiradas en la prestigiosa Escuela Normal de
París. El Malbec llegó primero a Chile en la década de 1840. Esto fue posible
por la apertura política y sobre todo cultural que se generó a raíz de la
Independencia. El gobierno comenzó a relacionarse con otros países europeos,
distintos de España, tanto para tejer alianzas políticas como para expandir su
bagaje cultural. Es así como se incorporó la vitivinicultura francesa, la que
obviamente incluía a sus cepas y las técnicas de elaboración del vino, el que
ya poseía fama mundial. Llegaron a Chile especialistas franceses en la materia,
como René Lefevre, Claudio Gay y Michel Aimé Pouget, los cuales introdujeron
importantes cambios en la vitivinicultura chilena, muy influida por las
costumbres y técnicas hispánicas. Se crearon la Sociedad Nacional de Agricultura,
fundada en 1838, y la Quinta Normal de Santiago, fundada en 1841. Fue así que
ingresaron las cepas francesas y europeas, en general, al suelo chileno.
Los
principales desarrollos de este proceso de adaptación de distintas especies
agrícolas y especialmente de las vides se produjeron en la Quinta Normal de
Santiago. Curiosamente quien fundó la misma en el año 1841 fue un exiliado
argentino, Domingo Faustino Sarmiento, que como dijimos se inspiró en la afamada
Escuela Normal de París. Esta estación experimental se dedicó principalmente a
introducir nuevas especies y variedades de plantas europeas y adaptarlas a los
suelos y climas locales para luego difundirlas en toda la región, mejorando así
la producción agrícola y agroindustrial. Cuando Sarmiento regresó a la
Argentina, después de la caída de Rosas y la posterior normalización
institucional, promovió aquí también, la fundación de una quinta, la cual se
denominó Quinta Normal de Mendoza.
El
17 de abril de 1853 se presentó un proyecto ante la Legislatura Provincial de
Mendoza, en el cual se creaba la Quinta Normal y la Escuela de Agricultura. En
ese momento el Gobernador de Mendoza, era Pedro Pascual Segura y su Ministro de
Gobierno, Vicente Gil, quienes replicando el modelo francés y chileno, impulsaron
la iniciativa para que sea la Quinta Normal la que incorpore nuevas variedades
de cepas, logrando así el mejoramiento de la industria vitivinícola nacional. Este
fue el gran comienzo del Malbec en nuestras tierras, después de viajar por el
mundo se afincaba definitivamente en Mendoza, se expandían sus viñedos, encontraba
en su suelo y en su clima la nueva cuna donde comenzaba una nueva y exitosa
vida, un siglo y medio después podemos decir que el Malbec volvió a proyectarse
a los mercados mundiales con la savia que le brindó el nuevo mundo. Por este
motivo el 17 de abril festejamos su nacimiento celebrando el “Día Mundial del
Malbec”, con eventos que se desarrollan en todo el orbe.
El
francés Michel Aimé Pouget, fue el primer Director de la Quinta Normal de
Mendoza, recibido en la Sociedad de Horticultura de París, se exilió en Chile
debido a la persecución que sufriera por parte del gobierno de Napoleón III. En
Chile dirigió la Quinta Normal de Santiago y también viñedos particulares en
los alrededores de esa ciudad. Estas experiencias le permitieron a Pouget comprender
las costumbres y el ambiente natural del nuevo mundo a través de su oficio mejorando
la actividad agrícola local. Pouget llegó a Mendoza en 1853, con apenas 32 años
de edad, cargando una gran cantidad de plantas y semillas que incluían cepas de
varios tipos, como el Cabernet Sauvignon, el Pinot Noir y, entre ellas, el Malbec,
todos donados por la Quinta Normal de Santiago.
La
participación de Sarmiento en esta historia resultó ser determinante, en Chile
fue el creador de la Quinta Normal de Santiago, eso le permitió trabar amistad
con Michel Aimé Pouget y gracias a la entrega desinteresada con la que se
desempeñó en suelo chileno, permitieron posteriormente que la Quinta Normal de
Santiago suministrara sin demora, las cepas francesas con las que la Quinta Normal
de Mendoza y la Escuela de Agricultura comenzaron sus labores. Semejante trato
deferente fue posible por la dedicación que “El Gran Sanjuanino” desplegó al
momento de la creación de la Quinta Normal de Santiago, es más, en definitiva
remitieron todo lo que él les solicito y sin ningún tipo de condicionamiento. La
colaboración de la Quinta Normal de Santiago fue un elemento decisivo para el
desarrollo del Malbec en la Argentina y un hito muy importante en esta
historia.
En
San Juan, también se creó una Quinta Agronómica. Bajo la protección política de
Sarmiento, y junto con la mendocina incorporaron millares de plantas para
avanzar en el proceso de renovación de la agricultura en general, y la
viticultura en particular. Así fue la incorporación de las uvas francesas a la
viticultura cuyana y en la Argentina toda y muy especialmente la difusión del
Malbec.
La
ruta que comenzó a transitar el Malbec no fue un camino fácil, sólo cinco años
después por problemas presupuestarios se produjo el cierre de la Quinta Normal
de Mendoza. Tesoneramente Pouget continuó con el proyecto, mediante su propio
emprendimiento particular, experimentando con las cepas francesas buscando la
mejor adaptación. Siguió trabajando con notable constancia hasta que la muerte
lo sorprendió el 29 de noviembre de 1875.
De
todas las cepas galas, el Malbec es la que mejor y más rápidamente se adaptó al
suelo y clima cuyanos, en un principio y al resto de nuestra geografía después.
Los viñateros la adoptaron rápidamente y con gran entusiasmo, lo que la llevó lentamente
a expandirse como la principal cepa de la viticultura nacional. A comienzo del
siglo pasado, la mayoría de las viñas de Mendoza eran de Malbec, que en esa época
era conocida como “la uva francesa”. Debido a al alto grado de adaptación y
aceptación, en el censo de viñedos del año 1962 se registraron 58.600 hectáreas
cultivadas con Malbec en Argentina, sobre un total de 259.800 hectáreas.
A
partir de la década del ‘90, la industria vitivinícola Nacional cambió para
comenzar su despegue buscando un lugar preponderante a nivel mundial como unos
de los grandes productores del nuevo mundo y lo hizo enancada en el Malbec como
cepa estrella. El crecimiento en el periodo de veinte años que va del año 1990
al año 2009, fue del 173%. El Malbec se irguió como la cepa emblemática de la
viticultura argentina para sus vinos tintos y lideró las exportaciones
nacionales que, a partir del año 2000, iniciaron un avance progresivo y sin
precedentes hasta la actualidad. Llegar a este presente consumió 164 años de
nuestra historia, desde que se recibieron las primeras cepas del Malbec, hasta
hoy que somos capaces de elaborar un Malbec digno de exportación que compite
mano a mano con los mejores vinos del mundo y año tras año cosecha numerosos
premios internacionales en los mas varios concursos y competencias.
No
debemos olvidarnos y en consecuencia es necesario escribir un párrafo aparte sobre
los hombres que a lo largo de la cadena de producción, que va, desde
seleccionar los suelos donde se plantaran los viñedos y la forma de hacerlo, hasta
determinar el tiempo de guarda en botella antes de liberarlo al público. Al
principio los rústicos y tenaces viticultores fueron capaces de anudar lazos de
confianza con sus plantas y criar el vino en la quietud de sus cavas; en cambio
hoy la tecnología permite llevar adelante la misma tarea con un alto grado de
sofisticación logrando resultados infinitamente mejores, sin embargo hay una
cosa que no cambia, que nuca puede cambiar y eso es la pasión y el amor por la
noble tarea de hacer el vino.
Generaciones
de viticultores cultivaron el Malbec con cuidado y esmero, gracias a ellos y a
su arte, consolidaron al Malbec como variedad emblemática de la República
Argentina. Durante más de un siglo y medio, el Malbec fue una cepa de cabotaje,
se elaboraba el vino exclusivamente para el mercado interno. En los últimos
años del siglo XX eso cambió, se produjo un cambio de paradigma, y el mercado
dejo de ser nuestro país de fronteras adentro y pasó a ser el mundo entero, comenzó
allí exitoso proceso de exportación ubicándonos entre los 10 primeros.
Argentina
comenzó a exportar vino en volúmenes importantes al comienzo del siglo XXI. Para
ello estuvo preparándose durante más de un siglo y medio, lapso en el cual, se evolucionó
geométricamente desde la manera de cultivar la vid y elaborar el vino, hasta
encontrar los métodos que más adecuados a cada terroir. Argentina, mejor dicho
nuestra gente, finalmente, logro que el Malbec, vía exportaciones, inicie el camino
de regreso a su tierra de origen, Francia.
El
Malbec creció, se crió en nuestras tierras, desde los Valles Calchaquíes hasta
San Patricio del Chañar y cambio de ciudadanía, no hay duda, hoy el MALBEC es
ARGENTINO.
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