sábado, 5 de julio de 2014

El recetario de los bodegones porteños V - otoño

Es otoño es, quizás, la mejor estación de Buenos Aires. Suele haber muchos días con cielo azul intenso. Da gusto caminar las calles de la ciudad sin calor agobiante ni Pamperos de frío lacerante. Los días aún no se acortan demasiado y la cerveza en las terrazas de los bares promete un programa  apacible.
Referencia de la imagen en (1)
Es el momento en el que da gusto comer cosas livianas, pero de sabores complejos. Si bien es la época del año en que pueden comerse las mejores ensaladas mixtas (los últimos tomates de la temporada, se encuentran con las mejores lechugas), hay lugar para otras cosas... y el bodegón nos espera con ellas(2).
Ya he expuesto en alguna parte que la picada porteña, los platitos de la picada porteña, representan el mestizaje entre las tapas españolas y el antipasto italiano. Es sabido, por otra parte, que un buen aperitivo consiste en tomar una bebida alcohólica sin comer nada. De este modo, en el estómago se despierta el apetito. Si agregamos algo de comer, pronto ese apetito será saciado y no nos invitará a un almuerzo o una cena profusos. Sin embargo, los porteños compartimos la idea herética de esas dos tradiciones en las que el aperitivo se toma comiendo algo… que de todas maneras, nuestro apetito no quedará saciado.
Es el atardecer, no sentamos a la mesa de uno de nuestros bodegones que también funciona como bar o café, y pedimos un cerveza (preferentemente lager y rubia, preferentemente tirada y bien fría). Con ella viene el triolet (maníes, papas fritas de copetín y palitos fritos)... y ¿qué tal agregar unos platitos? Tal vez el otoño nos invite a comer unos bocadillos de acelga, rabas a la romana, lengua a la vinagreta y una cazuelita de mejillones a la provenzal... sólo por nombrar algunos que me vienen rápidamente a la memoria y que, a mi juicio, tienen la estatura de clásicos en el recetario de estos restaurantes.   
También puede ocurrir que hayamos llegado más tarde al bodegón y que la hora de la cerveza se haya pasado. Entonces, pensamos en una buena entrada para una buena comida. Un plato ideal pare al otoño será entonces una buena porción de zapallitos rellenos con carne. En lo personal, este plato no sólo evoca viejos restaurantes de barrio, sino también la mesa familiar y la comida materna. 
Para algunos, especialmente para algunas, con una de esas dos opciones todo estará bien para volver a casa satisfechos por haber comido. Otros querremos algo más... comer de verdad. En ese momento, ¿qué tal unos ñoquis al fileto? Nuestro fileto es una salsa de origen italiano malversada en nuestros bodegones. No hay ningún cuidado especial en ella que se prepara como una simple salsa de tomates con poca cocción. El fileto es ácido y, por ello, trasmite una sensación de frescura que se combina muy bien con la contundencia de los ñoquis de papa en la noche de otoño cuando el aire ha comenzado a refrescar un poco... en ese mismo registro de frescura y contundencia, otras opciones serán los escalopes de ternera a la romana (las nunca bien ponderadas marineras) con papas fritas a la provenzal (es decir, condimentadas con ajo y perejil picado) o las milanesas a la napolitana.
Pero el otoño avanza y, para fines de mayo, sentimos, junto a un resurgir del patriotismo, los primeros fríos del año. Satisfacemos el patriotismo comiendo locro y empanadas (si no hace suficiente frío, podemos esperar para comer estos platos el día 9 de julio). Pero en la semana siguiente querremos comer otra cosa en el bodegón de la esquina. Si es un local muy tradicional, despejemos nuestros prejuicios y pidamos unas buenas albóndigas, con aromáticas reminiscencias del Medio Oriente. Ellas  restaurarán nuestro cuerpo y nuestro ánimo con eficiencia. Pero, si el bodegón es algo más sofisticado, podríamos jugarnos por un plato más complejo como el lomo a la pimienta con papas a la crema. Gato Dumas sostenía que este plato es una combinación porteña de dos creaciones de ortodoxa cocina francesa, pero que en Francia se sirven por separado.           
Como puede apreciarse, los bodegones porteños, tradicionales o sofisticados, tendrán las puertas siempre abiertas para la satisfacción de nuestros deseos.  
Notas y bibliografía:
(2) 2008, Sorba, Pietro, Bodegones de Buenos Aires, Buenos Aires, Planeta.





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