Cuando
era niño, veía a mi madre preparar la masa de estos bocadillos en un perol
mágico del que salían los productos más diversos. Solía repetir esta receta en
varias oportunidades en primavera y verano. Usaba los bocadillos como guarnición
de carnes grilladas, incluso de sus hamburguesas que ella denominaba albóndigas
aplastadas.
En
esa época del mi vida, cenaba muy temprano. La familia se sentaba a la mesa
entre las siete y las ocho de la noche... bueno, en verano, solía ser aún la
tardecita. Todavía era de día y mi madre ya se dedicaba a sus bocadillos.
La
publicidad televisiva de la época anunciaba que la espinaca era más nutritiva
que la acelga. Esa publicidad llevada adelante por el tan escuálido como
imponente marinero Popeye (imponente después de comer sus espinacas, claro
está) era casi una propaganda que nunca sabré a qué intereses servía. Sin
embargo, mi madre, en buena hora creo hoy, resistió la imposición e insistió
con la acelga. Tengo mis serias dudas acerca de la veracidad de las propiedades
que aquel aserto publicitario anunciaba; pero de lo que no tengo dudas es de
que, desde el punto de vista de los aromas y sabores, no cambio una pascualina
por una tarta de espinacas... y, muchos menos, un bocadillo de acelga por uno
de espinacas. Dirán que son gustos personales. Sí, tal vez, por qué no.
Estos
bocadillos los imagino como un plato ideal para el otoño porteño (sea en una
picada con cerveza, como entrada o como guarnición). ¿Por qué? ¿Otra vez mi
gusto personal? Sí, sí, desde luego; pero, además, podría describir algunas de
las propiedades de los bocadillos que aconsejan seguir mi gusto. Tiene una
textura pareja y un equilibrio de sabores que tienden más a la delicadeza
otoñal que a la explosión primaveral, siempre y cuando no nos excedamos con la
nuez moscada, claro está. Su contundencia los hace más propicios para los días
de un otoño avanzado, cuando por la tardecita refresca un poco.
El
problema que se presenta es ¿cómo conseguir acelgas frescas en otoño? Quedan
dos opciones. O cometer un acto de traición y comer bocadillos de espinaca o
preparar la masa con acelgas congeladas. Obviamente, esta última es la mía,
como se verá en la receta que expongo.
Como
siempre, tomo una receta de base, en este caso la de la maestra Dolli
Irigoyen,(1) y le voy introduciendo variantes a partir de otros autores o de
gustos y experiencias personales. En este caso, he recurrido a las recetas de
Claudia del sitio web Recetas de Argentina(2) y de Graciela Martínez del
sitio Mis recetas(3).
Por
su parte, doña Petrona permitió que me riera de mí mismo. En su libro
maravilloso (en la edición de 1958) no hay una receta de bocadillos de acelga,
pero hay dos de bocadillos de espinaca. ¿Habrá sido ganada por el prestigio
falaz de las espinacas o sólo lo hizo para fastidiarme?(4)
Bocadillos
de acelga
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Fuente
(fecha)
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Autores
indicados (2013)
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Ingredientes
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Acelga 200g.
Aceite para freír.
Queso rallado 50g.
Sal.
Huevos 2 ó 3 unidades.
Nuez moscada a gusto.
Harina leudante 1 taza.
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Preparación
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1.- Lavar las hojas de acelga en varias aguas.
2.- Colocar en una cacerola profunda las hojas sin el tallo, con
el agua del lavado, condimentar con sal y tapar la cacerola para que se
cocine al vapor.
3.- Cuando esta tierna retirar, dejar enfriar y escurrir.
4.- Picar la acelga y mezclarla con la harina leudante, los
huevos, el queso rallado. Condimentar con sal, pimienta y nuez moscada.
5.- Freír los buñuelos en aceite caliente, escurrir en papel
absorbente y servir calientes.
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Ajuste
personal
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En verano
y otoño uso acelga congelada. En ese caso, los pasos 1.- a 3.- son
reemplazados por las instrucciones del fabricante para descongelar el
producto.
Prefiero
usar harina leudante en lugar de harina común más polvo de hornear por una cuestión
práctica.
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Comentarios
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1.- Dolli
utiliza harina común y le agrega una cucharadita de polvo de hornear.
2.- Dolli
prefiere freír con aceite neutro.
3.-
Claudia agrega leche como elemento líquido en los ingredientes.
4.-
Claudia no utiliza levaduras (ni polvo de hornear, ni harina leudante).
5.-
Claudia agrega condimento para pizza. A mí me parece una idea pésima.
6.-
Graciela utiliza harina leudante (sólo tres cucharadas) y salsa bechamel
entre los ingredientes.
7.- El
escurrido de la acelga blanqueada no debe ser tan obsesivo como en el caso de
la pascualina. En los bocadillos, la masa será húmeda.
8.- Con
relación a la textura de la masa, Claudia dice: “Agregar más harina hasta que
se forme una pasta ni muy dura ni muy chirle (es preferible que falte harina
antes que sobre!)”
9.- Me
pregunto si la propuesta de Graciela de agregar la salsa blanca no es
redundante. En realidad, utiliza poca harina. En este caso, yo la
reemplazaría con polvo de hornear.
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Los lectores se preguntarán
en qué consistía la magia del perol de mi madre. Es sólo una impresión infantil
que conservo como un recuerdo que juzgo muy imaginativo. Yo veía a mi madre
como a una alquimista. Es que después de la amplia difusión de la figura de
María Curie en la escuela primaria, una alquimista mujer distaba de ser
impensable. Lo cierto es que la veía frente al perol como si estuviera en un
laboratorio. Allí introducía sólidos (la harina leudante era infaltable) y
líquidos (agua o leche). Luego batía con diversas dosis de energía... ¡Ah!
Nunca supe para qué, pero siempre había un chorrito de soda en la preparación.
Luego de la agitación, la pasta obtenida reposaba. Yo la percibía indescifrable
cuando aún estaba en el perol y mágica después de la cocción porque el
resultado podía ser un bizcochuelo, unos buñuelos de manzana o unos bocadillos
de acelga... o vaya uno a saber qué otra cosa.
Notas y
bibliografía:
(1)
Irigoyen, Dolli, “Buñuelos de acelga”, emisión del programa Recetas de estación
con Dolli, emitido por la señal El Gourmet, leído el 26 de setiembre de 2013 en
http://elgourmet.com/receta/bunuelos-de-acelga.
(2)
Claudia en http://recetasdeargentina.com.ar/bocaditos-de-acelga/, leída el 26 de setiembre de 2013.
(3)
Martínez, Graciela, “Bocadillos de acelga de Mami”, leído el 26 de setiembre de
2013 en http://www.mis-recetas.org/recetas/show/21550-bocadillos-de-acelga-de-mami.
(4)
1934, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires,
1958, edición 52°, pp. 356-357.
Pero Mario, no me queda claro cómo los hacía tu mamá exactamente y yo quería esa receta que es la que te gustaba tanto... Bueno, me conformo con la que nos propones que seguro que es la que más se le parece. Un cordial saludo, ah y me ha encantado el post.
ResponderEliminarGracias, Ruqui, por tus comentarios.
EliminarTe cuento que para mí es muy difícil reconstruir las recetas de mi madre porque no aprendí a cocinar con ella. Ya era grande, cuando empecé a hacerlo por iniciativa personal.
Tengo muchos recuerdo de aromas, sabores y texturas; pero ninguno de recetas o de técnicas. De modo que trato de recuperar esos platos de un modo muy indirecto.
QUIERO FELICITARTE POR EL TEXTO
EliminarExcelente tu texto...CREO QUE ME GUSTÓ M´S QUE LA RECETA
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por su comentario.
EliminarHola Mario, sin querer encontré tu pots y oooohhh sorpresa le diste protaganismo a los bacadillos que hacía mi mami,riquísimos,distintos inigualables jaja fanática yo?, fuera de broma muchas gracias por tenérlos en cuenta aaahhh mi mirá que si no le ponés las tres cucharadas de harina no se van a sostener. Felicitaciones por tu trabajo :)Graciela
ResponderEliminarGracias por sus comentarios, Graciela.
EliminarMi pretensión es hablar aquí de la cocina argentina. De modo que los bocadillos de acelga no podían faltar.
me encanta ésta receta de tu madre.
ResponderEliminarsalu2
Gracias, Héctor, por tus comentarios.
EliminarEn realidad, no es la receta de mi madre. Pero fue mi intento por recuperarla después de medio siglo.
Excelente.
ResponderEliminarMe retrotrajo a mi infancia cuando mi viejita los hacía y también le agregaba ese chorrito "mágico" de soda.
Otra cosa encantadora que preparaba mi mami eran las croquetas de papá...insuperables!!
Te mando un abrazo y gracias por este grato recuerdo que permanecía dormido en mi memoria pero no en mi corazón.
Gracias, Chipy, por compartir recuerdos entrañables.
EliminarJusto tocaste un tema que necesito de tus conocimientos y/o fuentes de información porque con mi hermana no logramos encontrar una explicación. Entre mis acciones de comenzar a cocinar, en una verdulería compré remolachas, y ante la pregunta del verdulero, acepté que le cortara las hojas. Un señor que allí estaba dijo "está dejando lo más rico" y me contó que hacía bocadillos. Recordando los que hacía mamá (de acelga) me vinieron ganas de intentarlo.
ResponderEliminarPor no sé qué razón piqué las hojas de remolacha, las puse en una fuente redonda honda, agregué los huevos, sal, leche y fui aportando harina leudante hasta lograr una consistencia cremosa espesa porque las cocino en el horno. Con la cuchara de helados fui armando intentos de bolas de mezcla y las deposité en la asadera con rocío vegetal para que no se adhieran (estoy evaluando comprar un molde de muffins o pirotines para obtener mejor forma). A los 20 minutos de horno fuerte las dí vuelta y 15 minutos después estaban listas. El mismo procedimiento hago con las hojas de espinaca y/o de acelga (sin el tallo). En casa tienen buena aceptación. Todavía no se las hice probar a mi hermana.
La duda concreta es: ¿Para qué hay que cocinarlas previamente si en horno se cocinan en la mezcla?
Perdón por lo largo, pero es un tema que me está dando vueltas hace más de dos años.
Gracias, Oscar, por los comentarios.
EliminarLa receta que publiqué arriba incluye ese procedimiento (yo lo hago así), pero no es necesario.
Pablo Lisi los hace de espinaca cruda (publiqué su receta el 18 de abril de 2015 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2015/04/receta-de-bocadillos-de-espinacas-de.html)... y eso que los hace fritos como manda la ortodoxia (esto último dicho sin que se enteren mis médicos).