Ir a: Parte III (cont.) Recetarios de doña Petrona 1935-2011
Toca ahora dedicar algunos párrafos a las recetas expuestas en los recetarios argentinos publicados en la segunda mitad del siglo XX.
salvo indicación en contrario
Doy la fecha de inicio
indicada en el epígrafe porque es precisamente la década de los cuarenta cuando
se consolidan los cambios socioculturales, y con ellos los de las preferencias
en materia alimentaria, ya insinuados en los años treinta.
Pongo por límite 1990,
porque es también un año de viraje socio cultural que ha impactado en una
visión de la cocina argentina claramente diferenciada con el período anterior.
No es casual que este viraje coincide con la aparición de algunos libros señeros
que se empeñan en rescatar las recetas fundamentales de la cocina criolla
porque, precisamente, muchos de sus especialidades parecen estar perdiendo la
centralidad en las mesas argentinas.
Pero antes, unos párrafos sobre
uno de los aspectos de este viraje de los noventa… es decir, cómo se vería todo,
si nuestra clase dirigente volviera a ser parte de una burocracia colonial.
I
Sobre las empanadas criollas y los cornish pasties
He escrito un largo artículo
sobre la caprichosa idea de que el repulgo de nuestras empanadas, y por ende casi
que las empanadas criollas mismas, tienen su origen en los cornish pasties. Es
verdad que los pasteles córnicos existen y que tienen un parecido muy evidente
con las empanadas criollas; pero no veo ningún camino que haya vinculado estas
dos ideas gastronómicas entre sí en una secuencia de causa y efecto. (1) Ya
mencioné, al pasar, este artículo en la segunda parte de estas notas sobre las
empanadas criollas en los recetarios argentinos. (2)
Escribí ese texto para refutar
esa teoría publicada, llamativamente, en un par de artículos del sitio Web Iruya.com. Digo llamativamente porque el
sitio promueve la defensa de la identidad tradicional salteña, utilizando la
historia como canal fundamental para sostenerla.
Hablo de teoría caprichosa
que sostiene, contra toda evidencia fáctica, que la técnica de repulgar las
empanadas fue traída a Nuestra América por los mineros inmigrantes de
Cornualles arribados en Chile a principios del siglo XIX y que esta influencia
se hizo sentir primero en las empanadas de pino trasandinas, luego en el
territorio argentino, llegando hasta Salta y, finalmente, a Bolivia, donde las
habría llevado Juana Manuela Gorriti.
Mi refutación se basó en la
existencia de profusa documentación recogida por la historiografía y en la
intuición de las dinámicas temporales posibles.
Juana Manuela Gorriti no podría
haber llevado las empanadas salteñas con repulgo inglés a Bolivia porque no
sabía cocinar. Su madre, sí; pero no está claro cuáles eran las empanadas que
vendía para mitigar las penurias del exilio.
El 30 de octubre de 2003, el
Concejo Deliberante de la ciudad de Salta instituye el día 4 de abril como Día
de la Empanada Salteña. La norma recoge un documento exhumado en Bolivia por el
gran cocinero salteño Topeto Díaz, de grata memoria en esa capital. El
documento consiste en una orden administrativa del gobernador Güemes, fechada
el 4 de abril de 1820. En ella se establece que se paguen las empanadas
consumidas por la tropa en los días previos.
Los autores no mencionan el
hecho, pero dan a entender que las empanadas salteñas ya tenían repulgo y que
éste provenía de la influencia de los mineros ingleses que estaban en Chile.
Pero, ¿cómo podrían los mineros córnicos haber impuesto esa moda y haber
llegado rápidamente a la ciudad de Salta, si el primer minero de ese origen
llegó a Chile en 1818 y no se configuró una colectividad de mineros de Cornualles
hasta, por los menos 15 años después?
No sé a qué obedece el
capricho de elaborar leyendas sobre hechos que son bien conocidos. Los
españoles se instalaron en La Argentina entre el siglo XVI y XVII. Las
empanadas en España ya tenían, entonces, un cierre con repulgo, como puede
verse en rectas publicadas en los libros de Francisco Martínez Montiño y Domingo
Hernández de Maceras (ambos publicados a principios del siglo XVII).
Es raro que un periódico
tradicionalista no rescate una larga tradición española e imagine una
influencia inglesa más moderna… es raro.
II
Las empanadas criollas en los recetarios argentinos
Este período está dominado
por la presencia central de doña Petrona
C. de Gandulfo. Su recetario ha tenido más de cien ediciones (desde 1934 a
2018) y su presencia en los medios (teatro, radio y televisión) abarcó más de
cincuenta años (entre 1928 y 1982).
Como también es la más
profusa en mi biblioteca (en este momento tengo acceso a 5 ediciones), he
dedicado la Parte III de estas notas a una prolija descripción de sus recetas
de empanadas y pastelitos fritos de la gran cocinera nacional. (3)
Con todo ello, resulta inevitable
que se obra se erija en un punto de referencia para el resto. Los invito a
posar la mirada sobre otros recetarios de período.
El arte de la mesa,
recetario de doña Lola (1944): Empecemos por la obra de Dolores de Pietranera, o doña Lola como se la
conocía. Fue una ecónoma casi contemporánea de doña Petrona. También formada,
como ella, por Antonio Baldi en la Escuela Cordon Blue de Buenos Aires. Lola intentó
ocupar un lugar diferenciado del de la cocinera santiagueña, ubicándose como la
difusora de una cocina de elite. No me parece que lo haya logrado desde el
punto de vista académico, pero sí en el plano social, es decir, en su público. (4)
La obra, en general, y las
recetas, en particular, carecen de sistematicidad didáctica que faciliten la
búsqueda y la lectura e interpretación de las distintas fórmulas. Pongo dos
ejemplos: 1) Las recetas no están ordenada alfabéticamente y 2) Las recetas exponen
una información completa, pero están explicadas con cierto desorden (por
ejemplo, en las Empanadas cordobesas,
primero indica una misse au place de una parte de los ingredientes, luego sigue
con dos procedimientos en los que se utilizan otros elementos, para luego
retomar el uso de los primeros). Se me dirá que el comentario es una
exageración, pero hay cierta dificultad para encontrar una receta y, a veces,
hay que leer más de dos veces una fórmula para entenderla.
Dos constantes de época sigue
la autora: UNO) Identificar, entre todas las recetas de empanadas que publica,
un grupo que lleva como atributo de un gentilicio provincial en la denominación
y DOS) Denominar pasteles a las tres ideas básicas que conocemos (una
preparación horneada con un producto principal, una preparación horneada con
este producto encerrado entre una capa superior, a veces dos, de masa y una
preparación horneada entre dos capas de algún tipo de puré o pasta). También encontramos
que clasifica los pasteles, en especial los que están encerrados con masa, en
pasteles de fuente y pastelitos (generalmente consisten en un relleno que se
encierra entre dos masas cuadradas de unos 10 cm de lado y se cocina en
fritura).
A diferencia de doña Petrona
que ubica las empanadas en distintos capítulos según se trate del ingrediente
principal del relleno, doña Lola prefiere reunirlas a todas, salvo rara
excepción, en un solo capítulo que comparten con algunas formas de pasteles de
fuente, pascualinas y tartas. Curioso es que, a esta suma de preparaciones
emparentadas entre sí, agrega distintas recetas de “Vol au vent”.
El capítulo se inicia con una
serie de recetas de masas (hojaldre, para empanadas de horno, para pasteles
fritos, masa bomba, etc.) que rara vez utiliza en las fórmulas que se exponen a
continuación. Las recetas de empanadas son más de veinte en este capítulo (y
una más en el que dedica a tortas y postres). Con las dificultades que señalé
arriba, ignoro si se me ha escapado alguna fórmula. Haré una reseña general de
las características del conjunto y me detendré en las empanadas provinciales.
Analicé el uso de la grasa y
el azúcar en la elaboración de las empanadas a lo largo de todos los artículos.
En relación con el reemplazo con la manteca, las fórmulas publicadas aquí están
a medio camino. Hay varias recetas que la conservan, tanto en la masa como en
el recado, en especial, aquellas a las que le asigna una identidad provincial.
Incluso, hay varias recetas que combinan la grasa con la manteca. Con todo, lo
llamativo de este recetario es que fuera del capítulo que estoy considerando,
el libro comienza con uno dedicado a la preparación de las grasas como
condición previa para luego usarlas en la cocina (“Grasas y gustos”).
Si se comparan las recetas
de doña Dolores con el decurso de los años, la disminución del uso del azúcar
es notable. Las empanadas que llevan mucha azúcar en la masa y el relleno son
verdaderamente pocas, una o dos. Incluso, está ampliamente justificado en una
de ellas cuyo relleno es de frutas. Hay un número mayor de recetas que llevan
un poco de azúcar en el relleno o se les espolvorea con ella en el servicio. Con
todo, este número de fórmulas, no alcanza a la mitad de las expuestas.
No hace la diferencia entre
empanadas y pasteles de mano según sea su medio de cocción, es más, su
clasificación parece aleatoria y ni siquiera responde al formato. Para los
pastelitos, por ejemplo, usa tapas cuadradas y, una vez cerrados, los somete a
fritura; sin embargo, la estructura no es constante, por ejemplo, los
“Pastelitos de dulce” (342) llevan dos tapas de masa y los “Pastelitos de
espinaca” (211), una sola. En cuanto a las empanadas, hay algunas recetas en
las que se cocinan en fritura como las “Empanadas de queso” (210) y las
“Empanadas relámpagos” (203-204), incluso, estas últimas se hacen con una tapa
cuadra que se dobla con forma de triángulo, del mismo modo que los “Pastelitos
de espinaca”.
Antes de pasar a las
empanadas provinciales, señalo una curiosidad. Hay varias recetas que parecen
similares, pero llevan distintos nombres. Esto son: pastel de fuente,
pascualinas y tartas. Sin embargo, una detenida lectura de las fórmulas
clarifica con precisión las diferencias, sobre todo en materia de la masa y del
armado.
Los pasteles, se arman sobre
una fuente para horno. En ellos, el relleno es encerrado por una o dos hojas de
masa. En el caso de que se use una sola hoja, ésta se coloca por encima. La
masa es de hojaldre o de la que se usa para hacer las empanadas.
Las pascualinas encierran un
relleno entre varias capas de masa, que se estiran con la punta de los dedos
para que queden tan finas como una hostia. De este modo, se ponen 4 capas
debajo del relleno y otras cinco por encima, todas ellas separadas por un poco
de aceite. La masa se parece a la de las empanadas, pero deben estará más
hidratadas porque tienen que quedar muy blandas.
Las tartas sólo llevan una
capa de masa por debajo del relleno. Se hace como una masa quebrada, aunque no
utiliza denominación alguna. Indica una pre cocción en el horno cubierta con
porotos secos. La autora indica el uso de una gran cantidad de manteca (a veces
más de la mitad de su proporción en harina), agregando “Se une todo sin
trabajarla porque si no se rompe”.
La única excepción a esta
clasificación la constituye la “Pascualina de arroz y espinaca que se parece
más, en su estructura, a un pastel de fuente.
Empanadas
provinciales:
·
Empanadas cordobesas (206): La masa lleva 300 gr de manteca por 1 kg de harina
(se puede reemplazar la mitad de la manteca por grasa). El relleno lleva carne
picada (previamente sumergida en agua hirviendo), cebolla, pimiento y tomate.
También se agregan papas y zanahorias hervidas y cortadas en trocitos, y
aceitunas, pasa de uva y huevo duro. Se condimentan con pimentón dulce, azúcar
y “especias surtidas a gusto”. Se corta la masa, se rellena, se cierra con
repulgue y se cocinan en horno bien caliente.
·
Empanadas tucumanas (207-208): La masa harina y grasa tibia en proporción de 2 a 1.
Se completa con salmuera. El recado lleva “carne tierna” picada (se la pasa por
agua hirviendo) y cebolla frita en grasa y manteca. Se le agrega huevos duros
picados y pasas de uva. El aliño se compone de sal, pimienta, pimentón, comino
y pimienta de cayena. La masa se estira se corta en redondeles, que se rellenan
y cierran con repulgue y se llevan a un horno muy caliente.
·
Empanadas mendocinas (208): La masa lleva harina, grasa derretida, huevo, leche y
sal. El recado lleva cebolla y carne picada en partes iguales, un pimiento (la
cebolla y el pimiento se fritan en abundante grasa). Se sazona con sal y
pimentón. Se cierran las empanadas, no indica repulgo, se colocan sobre una
placa engrasada y se les vierte grasa derretida por encima. Se cocinan en horno
muy caliente. La siguiente expresión que viene a continuación del horneado, es
difícil de comprender: “En la hornalla, se ponen diarios para que hagan llama
fuerte. No deben quedar sino pocos minutos, pues se secan.”
·
Empanadas mendocinas negrita (208-209): La masa lleva manteca y grasa, en partes iguales,
harina, leche, una yema de huevo y sal. El picadillo se hace con cebolla y
carne picada (700 gr y 500 gr respectivamente). Se fríe la cebolla en aceite,
cuando está lista, en la misma sartén se hace a un lado y, en el lugar vacío se
pone grasa colorada (explico abajo) y carne molida, cuando está blanca se
mezcla todo. La sazón se compone de la mencionada grasa colorada, sal, pimienta
y orégano. No indica el armado y la cocción.
·
Empanadas salteñas (210): La masa lleva harina, grasa y salmuera tibia. El
relleno se hace friendo apenas carne cortada a cuchillo en abundante grasa
colorada. Se retira del fuego antes de que se cocine y se agrega bastantes
puerros picados y la papa (previamente hervida y cortada en trozos pequeños).
Se sazona con sal, pimienta y pimentón y ají picante. La masa se estira y corta
en redondeles, se cierran con repulgue y se llevan a un horno muy fuerte por 15
minutos.
Dos detalles que llaman la
atención en la receta de empanadas
cordobesas. El primero es el reemplazo de la grasa por la manteca. Aunque
de la opción de un cambio progresivo, usando mitad y mitad. ¿Representa un
cambio de época? La otra es la expresión “especias surtidas a gusto” en las
sazones del recado. Siendo los aliños una de las piezas claves para cifrar una
identidad culinaria, llama la atención este desapego que, salvo el detalle del
pimentón dulce. Ambos detalles ponen en entredicho la autenticidad de esta
fórmula.
También dos detalles a
destacar en la empanadas tucumanas.
El primero es el uso de la grasa, una proporción altísima en la masa y
presencia compartida con manteca en la fritura de las cebollas. El segundo es
la incorporación de la pimienta de cayena entre los aliña. Es probable que la
autora no supiera qué utilizar los ajíes del Noroeste Argentino para lograr un
relleno sea picante.
Las dos recetas empanadas mendocinas llevan mucha
cebolla. En una, en partes iguales con la carne. En la otra, un 40% más de
cebolla que de carne. ¿Ignoro si la expresión transcrita se refiere a una
cocción en horno de cocina económica como estoy tentado de imaginar?
La grasa colorada de las empanadas mendocinas negrita, se
obtiene hirviendo brevemente una cucharada de pimentón disuelta en agua en una
taza de grasa. Antes de que se enfríe es necesario colar la mezcla para apartar
los restos sólidos del pimentón. He publicado una receta del Cuchi Leguizamón y
otra de Carmen Ruiz de los llanos con este tratamiento de la grasa, aunque
estos usan procedimiento diferente, incluso Carmen utiliza otra denominación.
(5)
Otro detalle importante de
esta última receta es el uso de aceite para freír la cebolla del recado,
apartándose tanto del canon tradicional criollo como del de la academia
francesa.
En cuanto a las empanadas salteñas (la receta más
antigua que he encontrado de esta especialidad tan prestigiosa en nuestros
días), llaman la atención la ausencia de cebolla blanca y el uso de puerro en
su reemplazo, pero agregado en crudo al relleno como se suele hacer con la
cebolla de verdeo.
Da la impresión que, en esta
receta, doña Lola no busca la autenticidad, sino cubrir huecos en su colección
de recetas. Pareciera que las fórmulas le fueron suministradas por distintas persona.
Incluso dudo que las haya practicado a todas.
El libro del buen comer
de José Eyzaguirre (1946):
Diré brevemente que el autor fue un diplomático chileno que vivió muchos años
en Buenos Aires, ciudad en la que publicó este libro. Ambos detalles son
importantes a la hora de abordar este recetario. (6)
Se encuentran pocas recetas
de pasteles. Siguen las formas que he venido señalando, a saber: 1) Un
picadillo de algún tipo de carne cubierto con una masa delgada (Pastel de
pescado, 208), 2) Un picadillo cubierto con una pasta o puré vegetal (Pastel de
choclo con mondongo, 239-240) y 3) Una pasta que se cocina sola en el horno,
pueden ser dulces (Pastel chino, 418) o salados (Pastel de jaivas o centolla,
218). Lo curioso es que también hay pasteles hervidos en los que la pasta se
cocina envuelta en un lienzo atado (Pastel austríaco, 342). Ninguna de las
fórmulas se aproxima a las empanadas criollas, y muy poco a los pasteles de
fuente que he visto en otros recetarios. Ni rastros de recetas de pastelitos dulces
fritos.
La obra expone cuatro
recetas de empanadas (379-380). La que recibe la denominación simple de
“Empanadas” posee la siguiente definición inicial: “Se llaman pequenes las
empanadas con mucha cebolla”. La masa lleva grasa y el relleno de carne y
cebolla se fríe con color, una mezcla manteca con pimentón molido (ignoro si la
expresión manteca alude a grasa de cerdo o a manteca láctea). Los pequenes se
hornean, pero nada nos dice acerca de la forma ni del cierre.
Las “Empanadas fritas”
tienen la masa y el relleno de características similares a la anterior aunque
en proporciones y procedimiento algo diversos (usa grasa en la masa y color en
la fritura del relleno). Desde luego que se cocinan fritas.
Las “Empanadas Meche” tienen
una descripción más puntillosa y precisa. La masa lleva grasa de riñonada muy
caliente en una proporción de un tercio de la harina. La salmuera que la
completa también debe estar caliente. Sin dejarla enfriar, se estira formando
redondeles bastante gruesos (1/4 de cm de espesor) por 12 cm de diámetro. El
relleno debe prepararse el día anterior. Se saltea la carne en color (esta vez
especifica que se hace con grasa de riñonada y pimentón), se agrega la cebolla
y se condimenta (aquí también especifica con claridad: sal, pimentón, cayena,
comino y orégano seco). En el momento de armar las empanadas se agregan huevo
duro aceitunas y pasas de uva. Se llevan a un horno precalentado, pero no muy
fuerte.
Las “Empanadas a la Urenda”
llevan un relleno de camarones y mejillones. Su fritura se hace en manteca, en
este caso, parece indicar claramente al producto lácteo.
Si bien no hay recetas con
empanadas a las que asigna identidad local en su denominación, en el “Índice de
platos regionales”, las “Empanadas fritas” y las “Empanadas Meche (tipo
picantes)” están incluidas en el listado de platos chilenos. Sin embargo, las
primeras tienen una referencia vaga en la sazón que lleva “hiervas aromáticas o
especias”, lo que no conviene para afirmar la identidad local de la receta.
Como en todos los recetarios de la época, estas fórmulas, e incluso la de las
empanadas / pequenes siguen el formato tradicional que supone el uso de grasa,
en tanto que la última, se presenta como un versión más moderna.
Ir a: Parte IV Recetarios 1941-1990 (cont.)
Notas
y referencias:
(1) 2022, Aiscurri, Mario,
“Sobre el repulgo en las empanadas salteñas”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 9 de febrero de
2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/04/sobre-el-repulgo-en-las-empanadas.html.
(2)
2023, Aiscurri, Mario, “Las
empanadas en los recetarios argentinos Parte II Recetarios 1900-1940”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2023/09/las-empanadas-en-los-recetarios.html
el 9 de febrero de 2024.
(3) 2024, Aiscurri, Mario,
“Las empanadas en los recetarios argentinos Parte III El Libro de Doña Petrona de 1935 (2° edición)”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 14 de abril de 2024 en (https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2024/03/las-empanadas-en-los-recetarios.html)
y 2024, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos Parte III
(cont.) Recetarios de Doña Petrona, 1935-2011”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 1° de junio de 2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2024/05/las-empanadas-en-los-recetarios.html.
(4) 1944, L. P. de P., El arte
de la mesa. Recetario de doña Lola,
Buenos Aires, Guillermo Kraft LTDA.
(5) 2015, Aiscurri, Mario,
“Receta de grasita colorada del “Cuchi” Leguizamón”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2015/01/receta-de-grasita-colorada-del-cuchi.html
el 4 de marzo de 2024
2016, Aiscurri, Mario, “Sopa de frangollo de Carmen Ruíz de los Llanos”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 4 de marzo de 2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2016/01/sopa-de-frangollo-de-carmen-ruiz-de-los.html
(6) 1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos
Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición.
(a) Vista el 1° de junio de 2024 en https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/recetario-do%F1a/autor/pietranera-lola/.
No hay comentarios:
Publicar un comentario