sábado, 18 de mayo de 2024

Las empanadas en los recetarios argentinos Parte III (Cont.) Recetarios de doña Petrona 1935-2011

Ir a Parte III: Recetario de doña Petrona de 1935 (2° edición)

En estos días, tengo la fortuna de tener en mis manos un ejemplar de la segunda edición (1935) del El libro de doña Petrona. (1) Me lo facilitó mi amiga Raquel Incaminato. Pertenecía a su abuela. A su vez me pasó un ejemplar más reciente cuya data no pude identificar porque le faltan las hojas clave (la página de información legal y la de pie de imprenta).

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca 

Me llamó la atención el poco uso que tenía el libro más viejo y lo descuajeringado que estaba el nuevo. Es más, su abuela decía que éste era mejor, porque era más moderno. Efectivamente, en los años cincuenta, hubo una importante modificación en el modo de exponer las recetas. Ello bien puede explicar la preferencia de la abuela. Entraré en detalle, cuando me ocupe de la edición de 1958 que tengo en mi poder y ya tiene ese formato.

Un recetario que con infinidad de ediciones, ya he dicho más de una vez esta obviedad, no se queda estático. Sus mutaciones pueden obedecer a cuestiones formales de estilo sintáctico o de diagramación o a modificaciones conceptuales más profundas. La primera, y más evidente, es la incorporación de nuevas piezas a la colección y la eliminación de otras. Pero también pueden obedecer a preferencias de contexto, como, por ejemplo, el reemplazo de algunos productos por otros o la reducción del contenido graso.

La idea que persigo en este texto es la de seguir la evolución de las recetas de empanadas a través de las distintas ediciones que tengo de El libro… (1942, 1950, 1958 y 2011). Voy a comparar todas con la edición de 1935.


Para que el lector no se fatigue buscando en dos textos permanentemente, antes de entrar en materia, haré un listado de las recetas que comenté en el artículo que antecede, a saber: (2)

Empanadas sin atributo de identidad provincial: Empanadas de atún en masa de hojaldre, Empanaditas de pollo con hojaldre, Empanadas de hojaldre fritas, Empanaditas de carne, Empanaditas minué, Empanaditas de queso con hojaldre y Empanaditas de hojaldre con verduras.

Pastelitos fritos: Pasteles de pollo, Pastelitos de pollo con hojaldre frita y Pastelitos de dulce.

Empanadas provinciales: Empanadas cordobesas, Empanadas porteñas, Empanadas santiagueñas y Empanadas tucumanas.

VI El Libro de Doña Petrona (1942)

Cuando se estampó esta edición, sólo habían pasado 7 años de la segunda. ¿Hay, en ésta, cambios importantes? Sí, se la ve mucho más gruesa que la anterior. Pero desde el punto de vista de las recetas de empanadas y pasteles, las variaciones son mínimas. Como explicaré abajo falta una de las recetas y se agrega otra. (3)

Con todo, desde el punto de vista formal, la obra parece haber sido sometida a una corrección de estilo. De este modo, las recetas que tuve en cuenta sólo tienen modificaciones de carácter lingüístico (sintácticas y morfológicas).

La receta de Pasteles de pollo ya no se encuentra en el capítulo dedicado a la carne de ave. Tampoco la encontré en otros capítulos.


En la receta de Pastelitos de pollo con hojaldre frita, reemplaza la “grasa de vaca abundante” por “aceite abundante” en el momento de la fritura. Esto configura, en mi modesta opinión, un cambio significativo. Propone el mismo reemplazo en la receta de “Pastelitos de dulce”.

La receta incorporada, Empanadas del momento (pp. 347-348), consiste en una especia de pastelito de membrillo simplificado. La masa no es de hojaldre (lleva harina, “polvo de levadura”, sal, aceite y leche). El relleno es de membrillo. La masa estirada se corta en forma de disco, se usa una sola tapa y se cierra con forma de media luna, como cualquier empanada, en el concepto de doña Petrona, claro está. Se fríen en aceite o grasa.

VII El Libro de Doña Petrona (1950)

Mantiene la estructura, en materia de empanadas y pastelitos, claro está, de la edición de 1942 (correcciones gramaticales sobre la edición de 1935, exclusión de los Pasteles de pollo e inclusión de las Empanadas del momento). (4)

Algunos cambios significativos:

·        En la receta de Pastelitos de pollo con hojaldre frita, mantiene la modificación, ya registrada en la edición de 1942, de reemplazar la “grasa de vaca abundante” por “aceite abundante” en la fritura.

·        Mantiene el mismo reemplazo, ya registrado en la edición de 1942, en la receta de “Pastelitos de dulce”. La cantidad de manteca en la composición de la masa varía constantemente de edición en edición. En tanto que la cantidad de manteca que usa para el empaste, en el caso de las masas que son como una suerte de hojaldre simplificado, se mantiene relativamente estable (50 g).

·        En las empanadas provinciales, en todas ellas, reemplaza la palabra “repulgue” que usó en las ediciones de 1934 y 1942, con “repulgo”.

VIII El Libro de Doña Petrona (1958)

En algún momento, entre 1950 y 1958, cambió el estilo de exposición, pasa de ser el relato lineal del procedimiento, en el que los ingredientes son presentados a medida que se los van usando, a una separación entre los ingredientes y el procedimiento. Dicho de otro modo, primero se listan los ingredientes con las cantidades y luego se describe el procedimiento. Ambas partes se distinguen también la diagramación (v. g., los ingredientes está expuestos en negrita).


En esta edición, hay varias novedades. Continúa la ausencia de los Pasteles de pollo y se agrega la baja de las Empanaditas minué que ya no está en la colección.

A su vez, se mantiene la inclusión de las Empanadas del momento y se agregan las siguientes recetas: Empanadas criollas fritas, Empanadas de choclo, Empanaditas de membrillo y Pasteles de hojaldre fritos.

Casi no se encuentra nuevas modificaciones en las fórmulas que permanecen desde 1934, aunque algunos detalles resultan significativos entre las empanadas provinciales:

·        En las Empanadas cordobesas (287), sorprendentemente duplica la cantidad de grasa que lleva el relleno (de 300 g a 600), mientras que, en el resto de los ingredientes sólo aumenta las cebollas (de 2 a 4) y algunos condimentos (pimentón dulce y comino).

·        Algo parecido ocurre con las Empanadas porteñas, aunque en modo más moderado, la grasa de 300 g a 400 y las cebollas de 2 a 3.

·        En las Empanadas santiagueñas, aumenta la grasa y la cebolla de 750 g a 1 kg para cada caso. También aumenta la grasa en la masa (de 200 g a 300). En las ediciones anteriores recomendaba el uso de “carnaza” de la “rueda”, pero aquí elimina la recomendación (¿Ello indica un perfeccionamiento en el desposte de una res?, es muy probable). Finalmente, elimina la recomendación de no comprar pasa de uva sin semilla, sino de sacarlas uno mismo. Ambas recomendaciones, se mantienen en la edición de 2011.

·        En las Empanadas tucumanas, la grasa del relleno aumenta de 300 g a 500 y las cebollas de 2 a 4.

·        En todos los casos la cantidad de carne no varía.

·        Las nuevas proporciones de grasa y cebolla que aparecen aquí, se mantienen en la edición de 2011.

·        Mantiene la fritura en aceite de los “Pastelitos de pollo con hojaldre frita”. Lo mismo ocurre con los “Pastelitos de dulce”.

Pasemos ahora a caracterizar y describir las fórmulas incorporadas a la colección.

Empanadas criollas fritas: La masa lleva harina, grasa, huevo, sal y agua. El relleno se hace con un sofrito de cebolla picada en grasa al que se añade ají (¿pimiento morrón?) y carnaza picada y se condimenta con pimentón. Retirado del fuego, se le agrega ají picante, sal, pasas, aceitunas y huevo duro cortadito. La masa se estira y pliega tres veces. Se cortan discos del tamaño que se desee, se rellenan, se cierran y repulgan. Se cocinan fritas en aceite caliente, (286-287)

Empanadas de choclo: La masa lleva harina, huevo, aceite, manteca, leche y sal. El relleno parte de un sofrito en manteca de 3 cebollas de verdeo a las que se agregan medio ají (¿pimiento morrón?) y una lata de choclo desgranado, hirviendo la preparación a fuego fuerte. Ya fuera del fuego se agregan pasas de uva sin semillas, huevos duros picados, perejil, queso rallado, sal y pimienta. La masa estirada se corta en discos. Los discos se rellenan, cierran y repulgan. Se cocinan fritas en aceite a fuego regular. Se sirven espolvoreadas con azúcar molida. (288)

En síntesis: en la masa, la grasa es reemplazada por aceite y manteca y el agua por leche, variando la regla prevalente en la etapa anterior. En el relleno, no sólo distingue el uso del choclo, sino la también infrecuente incorporación de cebollas de verdeo. No es la primera receta de doña Petrona que las usa, ya hemos visto que las Empanadas tucumanas las llevan desde 1934. Otro dato importante es que esta receta no lleva salsa blanca, bastante frecuente en las elaboraciones actuales.


Empanaditas de membrillo: La masa  es de hojaldre, un clásico de doña Petrona (en esta edición está expuesta en la página 373 y ss.). El relleno es un trozo de dulce de membrillo. Hasta la receta se parece mucho a los Pastelitos de dulce; pero, a diferencia de estos, la masa estirada se corta n discos, a los que se agrega el relleno y se les da forma de empanaditas. Se cocinan al horno y se sirven espolvoreados con azúcar impalpable. (481-482)

Pasteles de hojaldre fritos: Sólo se diferencian, salvo algunos detalles menores (como la ausencia del tomate en el recado), de las Empanadas de hojaldre fritas por el formato. En este caso la masa se corta en cuadrados. Sobre uno de ellos se agrega el relleno, se cierran con otro y se les da forma de pasteles que se cocinan en fritura. (315-316)

IX El Gran Libro de Doña Petrona (2011)

Esta es la penúltima edición de la obra, (6) luego vendría la “Edición definitiva” de 2018. Es, además, la segunda edición lanzada al mercado luego del fallecimiento de la gran cocinera de La Banda. Posee una importante intervención de su nieta Marcela Massut quien estuvo a cargo, durante mucho tiempo, de las ediciones de los libros de su abuela. En este punto es necesario reconocer que la intervenciones de Marcela son de una gran solvencia, a pesar de que algunas de ella no esté en el horizonte de mis gustos personales (v. g., no me gusta que haya denominado “Canelones de choclo” a la genial propuesta de Canelones de humita que hiciera su abuela desde los años treinta del siglo XX).

¿En dónde reside la solvencia que anuncié? En primer lugar, Marcela tiene una gran experiencia editorial. Ha producido, a partir de El Libro de Doña Petrona, una serie de publicaciones parciales (por ejemplo, el libro de postres) que facilitan su lectura sin que se le caiga encima una pesada enciclopedia a quien lo use en la cocina. Sus intervenciones tienen, además, el beneficio de su condición de cocinera. De modo que, me guste o no algún detalle, la edición tiene una adecuada garantía técnica. Finalmente, debo decir que esta cocinera de nuestros días ha heredado una enorme cantidad de apuntes de su abuela con recetas inéditas que ha ido publicando en más de una oportunidad.

Con todas estas consideraciones, le quedará claro al lector que el enorme trabajo de Marcela Massut le da una estatura insignificante a mis gustos personales.


En esta edición, por supuesto, también hay varias novedades. Continúa la ausencia de los Pasteles de pollo y de las Empanaditas minué que ya no están en la colección desde 1942 y 1958 respectivamente. A ellas, se agrega la de Empanaditas de queso con hojaldre.

A su vez, se mantiene la inclusión de las Empanadas del momento, Empanadas criollas fritas, Empanadas de choclo, Empanaditas de membrillo y Pasteles de hojaldre fritos, agregando la curiosa receta de las Empanadas modernas.

Nuevas modificaciones en las fórmulas que permanecen desde 1934:

·        El primer cambio significativo está en la denominación, ya no es El libro de Doña Petrona, ahora es El gran libro de Doña Petrona.

·        Se registran los siguientes cambios de denominación: las “Empanadas de pollo con hojaldre” pasaron a llamarse “Empanadas de pollo”; las “Empanaditas de carne”, a “Empanadas de carne al horno” y la “Empanaditas de hojaldre con verduras”, a “Empanadas de espinacas”.

·        Una modificación menor, pero interesante. En los “Pastelitos de dulce”, reduce la cantidad de manteca para el empaste de la masa. A lo largo de las distintas ediciones, se había mantenido estable en 50 g, ahora se reduce a 35.

·        En las Empanadas porteñas, admite la fritura en grasa o en aceite, hasta 1958, solo era en grasa.

·        En las Empanadas santiagueñas, la joya de la corona entre las empanadas provinciales, introduce algunos detalles en el procedimiento. La chapa en la que se van a hornear debe estar espolvoreada con harina; el relleno puede estar más picante y expresa la preferencia por el corte de lomo para hacerlas.

·        En la masa de los Pasteles de hojaldre frito, repone la centralidad de la grasa de cerdo como opción a la manteca en la misma receta. A su vez, reemplaza la manteca del relleno por aceite.

Empanadas modernas: La masa lleva harina, manteca (100 gr para 600 gr harina y 50 gr más para el empaste). La masa tiene que quedar liviana, y se hace como un hojaldre simplificado (un solo pliegue). El relleno lleva 800 gr de cebolla y 400 de salame criollo o salamín. Se condimenta con ají molido picante y sal. Los discos son relativamente grandes (13 cm). Se fríen en aceite. Se sirven espolvoreadas con azúcar molido. (397)

X Doña Petrona, algunas conclusiones

Con el correr de las ediciones la estructura de El Libro… ha ido cambiando. No es objeto de estas notas indicar en qué consistieron esos cambios más allá de lo atinente a la materia que estoy tratando. Sin embargo, hay un detalle que impacta sobre toda la obra y que creo es oportuno resaltar, la nueva estructura de exposición arriba descripta.

¿Se acuerdan que hice referencia a una abuela de Raquel? Mi amiga me facilitó un ejemplar de la segunda edición y otro posterior. La abuela decía que esta edición era mejor que la vieja, porque era más moderna y las recetas se entendían con mayor claridad. ¿Será la nueva estructura de exposición y diagramación la que motivó esa apreciación? Es muy probable, aunque no lo sé.


Lo que sí es evidente es que el ejemplar de la segunda edición está impecable, casi sin uso, mientras que el de la otra, la “moderna”, luce descuajeringado, al punto que le faltan las primeras hojas y las últimas. Da la sensación que este ejemplar pasó mucho tiempo sobre las mesadas mientras la abuela cocinaba. No he podido saber la fecha de esta edición porque entre las hojas que faltan se encuentran la de la información legal y la del pie de imprenta.

La gran novedad, en los contenidos de la edición de 1958, es la aparición de las Empanadas de choclo. La masa de estas empanadas es más moderna, la grasa es reemplazada por aceite y manteca y el agua por leche. En el relleno, no sólo distingue el uso del choclo, sino también el de la cebolla de verdeo. Como lo dije en más de una oportunidad, no es la primera receta de doña Petrona que las usa, ya hemos visto que las Empanadas tucumanas las llevan desde 1934; pero es poco frecuente en ella. A diferencia de muchas versiones actuales, esta receta no agrega salsa blanca al recado, operación muy usada en nuestros días para evitar que las empanadas se desarmen en la cocción.

Voy a destacar algunas cosas curiosas de esta edición. En las empanadas provinciales se consigna un significativo aumento de la grasa y de las cebollas en los rellenos sin que ello suponga un aumento de la cantidad de carne. Imagino una paradoja en la modificación. En tanto, la cocina de doña Patrona, como la de otros autores, aumenta la cantidad de manteca en detrimento de la grasa, en el caso de las empanadas provinciales, opera de manera inversa. Es como si quisiera subrayar, como dije en la primera parte, la divergencia entre dos tradiciones. (ir a Parte III)

En este punto no parece haber una intervención ni de la mano de Marcela Massut, ni de la de Alberto Cormillot en sentido contrario que era lo que yo esperaba. Es como si hubiera una fuerte vocación por conservar estas viejas recetas, muy probablemente aprendidas de doña Clementina de Carrizo (la madre de doña Petrona). Imaginé, entonces, que doña Petrona había dejado de practicarlas. Sin embargo, esta también resultó una imagen equivocada.

Efectivamente, en un reportaje que le hicieron a Marcela por LU5, la joven cocinera cuenta la fiesta familiar que se armaba, cuando Petrona convocaba a todos los miembros de la familia para preparar las empanadas santiagueñas… Todos tenían una función que cumplir en la tarea. (7)

En ninguna de las ediciones, aparecen empanadas provinciales asignadas a las regiones de Cuyo y del Nordeste Argentino (v. g., ni rastros de los pasteles de mandioca). Tampoco aparecen las hoy muy prestigiosas empanadas salteñas.


Sorprende, aunque no tanto para quien sabe que doña Petrona nació en la ciudad de La Banda, el detalle minucioso con que describe las empanadas santiagueñas. En la misma dirección, en 2011, se incorporan algunas recomendaciones adicionales que no contienen las otras recetas de empanadas provinciales.

Otro detalle es que hasta 1950, recomienda usar carnaza de la “rueda”. En 1958, desaparece esta recomendación. Presumo que se trata en de una evolución en el desposte (bola de lomo, nalga, cuadra y peceto, entre otros cortes, formaban parte de la rueda). En esta edición y en la de 2011, utiliza la denominación genérica de “carnaza” y, en algunos casos, la específica como por ejemplo “nalga” o “lomo”.

Ir a Parte IV: Recetarios1941-1990

Notas y referencias:

(1) 1935, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1942, Segunda edición corregida y aumentada (1° edición de 1934).

(2) El lector irá viendo las exclusiones, incorporaciones en el texto. Vuelvo a repetir el listado de las recetas incluidas en la edición de 1935, agregando un paréntesis con la indicación del número de página que cada una ocupa en cada edición, a saber (1935, 1942, 1950, 1958, 2011)

Empanadas sin atributo de identidad provincial: Empanadas de atún en masa de hojaldre (129, 148-149, 186, 207-208, 300), Empanaditas de pollo con hojaldre (151, 166-167, 205, 227-228, 327-328), Empanadas de hojaldre fritas (194-195, 219, 259, 288-289, 396-397), Empanaditas de carne (197-198, 221-222, 261-262, 291-292, 395-396), Empanaditas minué (198, 222, 263, -, -), Empanaditas de queso con hojaldre (198-199, 228, 262-263, 292, -), Empanaditas de hojaldre con verduras (247, 277-278, 324, 359-360, 476).

Pastelitos fritos: Pasteles de pollo (154-155, - , - , -, -), Pastelitos de pollo con hojaldre frita (155-156, 174, 212-213, 236-237, 335) y Pastelitos de dulce (363, 422-423, 498-499, 256-257, 636).

Empanadas provinciales: Empanadas cordobesas (193-194, 218, 258, 287, 394), Empanadas porteñas (195, 219-220, 259-260, 289-290, 397-398), Empanadas santiagueñas (195-196, 220-221, 260-261, 290-291, 398) y Empanadas tucumanas (196-197, 221, 261, 291, 399).

Incorporaciones posteriores: Empanadas del momento ( -, 347-348, 411, 460-461, 429-430), Empanadas criollas fritas (-, -, -, 286-287, 395), Empanadas de choclo (-, -, -, 288-289, 475-476), Empanaditas de membrillo (-, -, -, 481-482, 529), Pasteles de hojaldre fritos (-, -, -, 315-316, 428-429) y Empanadas modernas (-, -, -, -, 397).

(3) 1942, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1942, edición 11° (1° edición de 1934).

(4) 1950, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1950, edición 36° (1° edición de 1934).

(5) 1958, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 52° (1° edición de 1934).

(6) 2011, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 102° (1° edición de 1934).

(7) En https://lu5am.com/la-vida-de-dona-petrona-contada-por-su-nieta/, leído el 2 de febrero de 2024.

 


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