Entre el 20 y el 23 de noviembre de 2015, hemos vivido unos días
maravillosos en la Villa de Igea (Comunidad Autónoma de La Rioja). Llegamos hasta allí para participar de las XIII
Jornadas Micológicas y disfrutar de la invitación de la Peña de los Happy’s(1).
Las imágenes pertenecen al autor y a los Happy's
Hacía ya mucho tiempo que venía conversando,
por correo-e, claro está, con José Antonio Campos sobre mi visita a Igea en
este otoño de 2015. Habíamos imaginado el ideal de compartir la cocina y un
intercambio de recetas. Afortunadamente ocurrió que nuestro fin de semana
coincidiera con las Jornadas Micológicas que suelen celebrarse a fines de
noviembre y que llevan trece ediciones con ésta.
Nuestra estadía adquirió un vértigo difícil de
seguir, lleno de experiencias inesperadas, de encuentros con personas que pensábamos
ver y con otras que conocimos en esos días.
I Nuestra llegada y las
actividades de las Jornadas
Como he contado, en otra parte, el
recibimiento que nos tributó Igea no pudo ser más amigable. Una tortilla
ejecutada con maestría por la encargada del bar El Bolero, en la Calle Mayor, y
un espectáculo de Stand Up a cargo de la talentosa Aroa Berrozpe en la sala del Centro Social del Ayuntamiento
hicieron que nos sintiéramos como si nada, después del largo trajín que supuso
llegar desde Ciudad Real.
Pero para que ello fuera así, contamos con la
compañía inestimable Javier Jiménez Jiménez, de las Peña de los Happy’s que desplegó
sus mejores dotes de anfitrión esa noche.
Aroa, la joven monologuista oriunda de allí
nomás, de Navarra, desplegó un talento artístico de primer nivel (creo que está
en condiciones de actuar con suceso en las capitales). Nos hizo reír a rabiar y disfrutar con el maridaje artístico que el número proponía, es decir, la gracia de Aroa Berrozpe y el vino blanco joven de Gómez de Segura que nos esperaba en las mesas del Centro Social, y que disfrutamos con frutos secos.
Todo fiesta, y a tambor batiente, siempre arriba, casi
sin puntos culminantes. El sábado estuvo lleno de actividades para grandes y
niños. Pero Haydée y yo pasamos la mayor parte del tiempo disfrutando del
despliegue de platos tradicionales riojanos que los Happy’s pusieron sobre la
mesa principal en su bodega. En otro artículo, me dedico a describir esas comidas.
También cuento, en otro texto, nuestra experiencia en el yacimiento
arqueológico de Contrebia Leucade en Aguilar del Río Alhama.
Con todo lo vivido el viernes, el sábado y el
domingo en La Rioja, el mediodía de este último día aún nos deparaba el disfrute
de la actividad central de las Jornadas…
II La ruta de los pinchos
Igea tiene
forma de Y. Se transita por la ruta LR 283 que, cuando llega a la Villa, tuerce
bruscamente a la izquierda en un ángulo de algo más de 60º. Puede verse en un
plano como la Calle Mayor es la prolongación imaginaria de la dirección que
lleva la ruta antes de la torcedura. La zona urbana se despliega sobre estas
dos arterias principales que se completan con algunas calles paralelas.
Las peñas que
participaron del la Ruta de los pinchos, se encuentran mayoritariamente
dispuestas sobre estas dos grande vías y las calles más cercanas a ellas. De
modo que uno podía recorrer desde la Peña de los Happy’s sobre la LR 283, a
poco de su giro a la izquierda, hasta la Peña El Glass, en la Calle Mayor
frente al Palacio del Márquez de Casa Torre, la secuencia de las propuestas
gastronómicas disponibles.
Cinco peñas
ofrecían a lo largo de ese camino una comida en porciones pequeñas con un vaso
de vino. Todas estaban preparadas usando hongos y setas como ingrediente
principal. Sobre la Plaza, una sexta Peña entregaba el postre. El frío y garúa
por las calles de Igea no amilanó a los más de 150 voluntarios que pusieron duro
trabajo y empeño en satisfacer la demanda de más 900 participantes. La
organización era sencilla, pero precisa. Había que adquirir con anticipación en
la Asociación Cultural Igeensis unos boletos que luego se canjeaban por los
platos que cada Peña ofrecía.
Llegamos desde Contrebia con la idea de darle una mano a los
Happy’s en la preparación y el servicio. Pero, con la hospitalidad habitual, nos
dijeron que todo estaba bajo control, que se habían organizado por turnos para
atender a la impresionante cola que se disponía sobre el patio que antecede a
la bodega. Su pincho era un ragout de setas sobre un tarteleta.
Frente a la
insistencia de María José y Javier de que estaba todo bien y que disfrutáramos
de nuestra estadía, decidimos dejar este plato para el final. Buscamos,
entonces, la Peña que tuviera la cola más pequeña para no tener que esperar
demasiado para ingerir el primer bocado. Como no la encontramos, elegimos al
azar. Nos detuvimos ante la propuesta de Los Temerarios, a pocos metros de la
Calle Mayor. Su plato llevaba el temerario nombre de "Alabombuplé" y consitía en una exquisita cazuela de setas muy bien hecha.
Seguimos
por la coqueta bodega de Los Guarros que ofrecían un Cocido madrileño en el que
la carne fue reemplazada por hongos. Excelente idea y mejor ejecución. Allí me
encontré con mi prima Esther González Herce a quien hacía años que no veía. Esa
mezcla de sabores y encuentros amigables fue la atmósfera permanente de la Ruta
de los pinchos. Fue fascinante ver a los visitantes recorrer las calles de Igea
yendo de una Peña a la otra. Fue fascinante ver actuar a la charanga local
alegrando cada rincón del pueblo con su música. Fue fascinante ver como el
ambiente de fiesta contagiaba a todos.
Nuestra
próxima etapa nos depararía un momento tan emotivo como inesperado.
Los
jóvenes adolescentes que recorrían la Calle Mayor comentaban entre sí que el
mejor pincho era el de la Peña El Glass, frente a las mismísimas puertas del
Palacio. ¿Cuál era su atractivo? Se trataba de una hamburguesa que tenía setas
en su preparación (Burguer de otoño, le llamaron). Allí nos dirigimos. Cuando
llegamos, nos reunimos con algunos Happy’s que habían participado en el primer
turno del servicio en su peña. Entre ellos, estaban Vicente Martínez, Fran
López y Corpus Martínez.
Disfrutábamos
allí de nuestro pincho y del vinito que lo acompañaba, cuando Vicente descubrió
la presencia de Felipe, hombre de Tudela y reconocido cantor de jotas. Vicente
le pidió que cantara algo. Entonó una jota dedicada a los españoles que por
alguna razón vivían en el extranjero. Silvia López, la hija de Corpus y Fran,
que estudia en Londres casi no pudo contener las lágrimas.
De
atrevido, nomás, le pedí a Felipe que cantara “Riojano de pura cepa”. El hombre
hizo una pausa, algo prolongada como para tomar buen aire, bebió un sorbo de
Rioja y cantó… no puedo explicar la conmoción que me provocó escuchar como
entonaba esa música ancestral con perfección lírica… Mientras volvía a la LR283,
los escuetos versos de esa canción seguían vibrando en mi corazón… “No hay jota
que yo no cante, ni vino que yo no beba”, me dije, conteniendo la emoción(2).
Probamos
el maravilloso Empedrado de arroz con bacalao y setas de Los Divertidos y
volvimos a las bodega de los Happy`s donde disfrutamos de la tarteleta y del
reencuentro con los amigos. Fue en ese momento cuando, como relato en otro artículo,
conocí a Fermín, el administrador del sitio Web de cocina tradicional riojana
que vengo siguiendo desde hace más de 15 años.
Habíamos
comido tanto, y estábamos tan dulce y cálidamente nutridos, que desistimos de
ir por el postre que ofrecía La Revolución en la Plaza Pedro María Sanz Alonso.
III Una deuda pendiente
Nos despedimos
de media tarde y nos fuimos alejando de Igea, henchidos de sensaciones
satisfactorias. Pero no pude dejar de pensar en que me estaba quedando con una
cuenta pendiente.
En otras
oportunidades, las jornadas incluían un concurso de postres. José Antonio me había
pedido que pensara en algo para hacer en la oportunidad. Luego de protestar mi
torpeza para la elaboración de postres, quedamos que yo elegiría uno que representara
a La Argentina y que le enviara la receta, en tanto que él se encargaría de
conseguir los ingredientes y quién lo cocinara. Elegí una receta de Rogel y la
remití con entusiasmo.
El concurso,
finalmente fue descartado y el postre quedó como una posibilidad de cierre del
encuentro con los Happy’s para el domingo por la tarde.
El vértigo del
fin de semana y la despedida a media tarde, hizo que también descartáramos el
postre… Pero, como siempre es bueno que uno se quede con algo pendiente cuando
viaja, decidí que tengo una deuda con los Happy’s que intentaré satisfacer con
mis propias manos en la próxima visita que hagamos a La Rioja.
Notas y Bibliografía:
(1) Una
crónica de las XIII Jornadas Micológicas puede encontrarse en https://www.facebook.com/groups/minguillas/permalink/10153099816930881/.
Ver también en http://www.larioja.com/comarcas/201511/23/igea-finalizo-ayer-xiii-20151123005146-v.html,
leídas, ambas, el 12 de febrero de 2016.
(2) Leído
en https://www.youtube.com/watch?v=HF1nFPox8Ko,
el 13 de febrero de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario