Para
el lector argentino, esta receta no ofrece dificultades. No sé si se
va a servir de ella para cocinar un locro, pero podrá entenderla en
todo su sentido y disfrutarla como poema. Sin embargo, es menester
realizar  algunas aclaraciones para los extranjeros que leen los
artículos de El
Recopilador de sabores.
 Las imágenes pertenecen al autor
El
locro es un guiso argentino. Este plato típico del área andina
meridional (sur de Perú, altiplano de Bolivia, noroeste de La
Argentina y norte de Chile) tiene arraigo y fuertes adaptaciones
locales en nuestro país (es muy diferente, por ejemplo, el locro de
los Valles Calchaquíes en Salta del que se cocina en los lindes de
la selva en la Provincia de Misiones). Esta preparación de origen
indígena cuenta con aportes indudables de la tradición culinaria
española que lo transforman en símbolo vital del mestizaje criollo.
En
tren de pensarnos en una identidad gastronómica, los argentinos
preferimos invariablemente el asado, salvo para fines de mayo. Con
las celebraciones de la Revolución que nos condujo a la
independencia, en la semana previa al día 25, suelen venir los
primeros fríos que anticipan el invierno. Es en ese momento en que
el asado es reemplazado por el locro como plato nacional. 
José
Fernández Erro ha andado los caminos de la mesa y de la música
criolla a lo largo de nuestro país, muchas veces con “Miguel
Albrecht, peñi del alma y cumpa de las andanzas cancioneras.”(1)
José y yo hemos comido un
locro entrañable entre guitarras y canto hace más de cuarenta años
en la ciudad de Chilecito, Provincia de La Rioja.
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Locro
   
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Fuente
   (fecha) | 
Cocinetos
   de José Fernández Erro (2004)(2) | 
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Ingredientes
   
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Maíz
   blanco. 
Carnes
   de cerdo, oveja o vaca o chorizos. 
Sal. 
Zapallo
   (opcional). 
Porotos
   (opcional). 
Aceite. 
Ají
   locoto. 
Cebolla
   de verdeo. | 
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Preparación | 
   A
   Miguel Albrecht 
Maíz
   americano, es esta tu alabanza: 
Cultivo
   del diaguita guisado a la española, 
el
   locro es el camino hacia nuestra esperanza 
y
   la humeante bandera que el amor enarbola. 
Un
   día se remoja el blanco y seco grano 
para
   que luego hierva y consiga blandura. 
Entonces,
   se incorpora la carne del marrano, 
oveja
   o vaca a gusto, ya fresca o en facturas. 
Hay
   quienes lo enriquecen con zapallo y porotos. 
Aparte,
   por los niños, se fríe la cebolla 
y
   se la condimenta con feroces locotos. 
Se
   sirve bien caldoso, en unos platos grandes. 
Y
   al servirlo se siente que salen de la olla 
el
   sabor y el saber antiguos de los Andes. 
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Comentarios | 
   Una
   regla he seguido en la transcripción de los cocinetos: agregar un
   listado de ingrediente que se extraen del mismo poema. Cuando he
   reproducido las recetas en mi cocina, he agregado adicionalmente
   la medida de los mismos... si no, las dejo a la imaginación y
   experiencia del cocinero lector.  
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Notas
y bibliografía:
(1)
2014, de José Fernández Erro a Mario Aiscurri, correo-e del 14 de
junio.  
(2)
2004, Fernández Erro, José, Una
mesa es un camino,
Talavera de la Reina, Antonio del Camino, con prólogo de Antonio del
Camino, pag. 24.
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