sábado, 30 de diciembre de 2017

Costumbres curiosas de la Buenos Aires finisecular: las ceremonias de casamiento (1887)

Los textos que se exponen a continuación fueron tomados del libro Vida y Costumbres en El Plata de Emilio Daireaux que publicó Felix Lajouane (1) en 1888 (2). El ejemplar que consulté pertenece a la primera edición en castellano (hubo una anterior en idioma francés). La obra se compone de dos tomos. El primero lleva el título “La sociedad argentina” y el segundo, “Industrias y productos”. El Prefacio contiene sendas cartas de Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca con opiniones y comentarios sobre la edición francesa.
Emilio Honorio Daireaux nació en Río de Janerio en 1846 y falleció en París en 1916. Se recibió de abogado en la capital francesa y revalidó su título en Buenos Aires, donde ejerció la profesión durante más de 10 años. El autor afirma que el libro fue escrito para los países extranjeros con la finalidad de dar a conocer en ellos a La República Argentina. Por su parte, la dedicatoria reza: “A mis hijos. Para darles a conocer y hacerles amar el país de su madre, donde nacieron”. El autor se radicó en Francia con su familia a fines del siglo XIX, aunque conservó propiedades en la Provincia de Buenos Aires cerca de la ciudad que lleva su nombre. Algunos de sus hijos se afincaron en La Argentina, administrando esos bienes.
Los fragmentos que se transcriben a continuación pertenecen al primer tomo. En la fiesta de casamiento de una familia burguesa, el mate comparte la escena con el champagne y el tedio.
Ceremonia de casamiento
“Son las nueve de la noche, la hora de costumbre para la ceremonia, completamente íntima, del casamiento religioso.
”En el salón, alumbrado con gas, entre los accesorios corrientes de la vida privada, los parientes y los íntimos están reunidos en traje de gala. Un sacerdote está en medio de ellos, parece un convidado esperando como los demás que pongan los últimos alfileres en traje de la desposada, á la que, con turbulenta actividad, arreglan en la pieza inmediata.
”Óyese de pronto un fru-fru entre el ruido de los parientes que levantan, se mueven y se empinan para ver mejor. La emoción es profunda. Entra la pareja de los novios. El sacerdote interrumpe su conversación, se levanta, saca del bolsillo una estola enrollada, deja el sombrero sobre una silla y toma su libro de horas. Acércase á los novios: estos frente a él, dándose la mano y entre el padrino y la madrina, esperan y escuchan. Lee el cura algunas frases en latín, hace, en el mismo idioma, las preguntas de rúbrica cuyo sentido los novios adivinan sin procurar comprenderlo contestando á media voz un sí señor convencido y tímido.
”En cinco minutos termina el cura la serie de preguntas, pronuncia algunas palabras, siempre en la misma lengua que nadie comprende y que para todos es la expresión del compromiso contraído para toda la vida: los esposos, que no lo han comprendido, no deben olvidarlo.
”Esta es la señal para dar suelta á las lágrimas y sollozos que se mezclan con algunas risas entrecortadas; bien dijo el poeta:
”‘Sors avec une larme, entre avec un sourire.’
”Ya está consagrada la unión. Los indiferentes, en el salón que ya perdió el carácter de iglesia improvisada, se entregan á inocentes orgías de chocolate, de champagne y de golosinas del país, los jóvenes bailan ó se pasean por parejas, los viejos se retiran á la habitación inmediata para hablar de ganados, crianza, cruzamientos y engordes, circula el mate, cada uno bebe á su turno la tisana nacional y los viejos dedos temblones y nudosos lían el picado tabaco esparciendo en el aire el acre humo del cigarro.
”En medio de estos goces patriarcales los nuevos esposos han desaparecido: con ellos se va la esperanza de las futuras generaciones.” (3)
Notas y Bibliografía: 
(1) Prestigioso editor francés que publicaría, entre otras obra el libro Cocina Ecléctica de Juana Manuela Gorriti que vio la estampa en 1891.
(2) 1888, Daireaux, Emilio, Vida y Costumbres en el Plata, Buenos Aires, Feliz Lajouane.
(3) Ídem, pp. 195-196.


4 comentarios:

  1. Lo trascendente y aleccionador, desde otra mirada, es la triste actitud humana que por liturgia,por imitación, sin entender nada, se cree entenderlo todo. Y tal como esa ceremonia absurda, se desliza absurdamente la realidad de hoy. Abrazo.

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    1. Gracias, Mario, por tu comentario. Es profundo y aleccionador.

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  2. Antiguamente las misas y las ceremonias de esponsales era obligación hacerlas en latín una lengua que solo curas, letrados y médicos tenían acceso a estudiar, no era imitación. Saludos

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    1. Gracias, florlily, por el comentario.
      Efectivamente así ocurría. Pero conviene entender que el texto fue escrito en 1887 por un francés que asistió a una ceremonia de casamiento de familias burguesas de Buenos Aires.

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