sábado, 20 de julio de 2013

La Rioja Baja y la Ribera Navarra

De 8 al 10 de junio de 2012
I Llegamos a Cintruénigo sobre el mediodía. El verano parece haberse negado a su vocación de hacerse cargo en los próximos días, la temperatura no pasa de los 20° C y el tiempo se presentaba desapacible. Almorzamos en el restaurante del hotel, el mismo que había conocido en mi viaje de 2007. Me sorprendió el reducido número de parroquianos que allí había. Por la tardecita subimos a Igea. Con la emoción sobrecogedora de siempre, caminé por la Calle Mayor, fui hasta la Iglesia, busqué Arrabal de Solana, busqué a mi primo Manolo, no lo encontré. En este pueblo de 700 habitantes, hay 9 bares que, en mis visitas anteriores, vi siempre muy concurridos. Pero en esa tarde desapacible de junio, el pueblo era la imagen de la desolación... y los bares, también. Aquí, sí que se siente la crisis, me dije... y me volví al descanso pensando cómo harán estas gentes para sobrellevarlo... no supe en ese momento que, precisamente, en esos días tendría una respuesta.
Las imágenes son propiedad del autor  

II Con días tan largos, pudimos aprovechar las mañanas para recorrer algunos pueblos de la Ribera del Ebro en Navarra. Esta región está íntimamente vinculada con La Rioja Baja y, por ende, con Igea. En mis viajes anteriores había pasado por aquí. Fitero, Corella y Cintruénigo me resultaban sitios familiares, pero de tránsito. Otros lugares de la Ribera no me eran familiares, Cascante y Tudela, la ciudad más importante de la región, están alejados de los caminos que se transitan para llegar a Igea desde la autopista. Dicho un poco al margen, pero no tanto, tengo fundadas sospechas de que mi apellido es originario de Cascante, pero aún no pude verificarlo porque, a pesar de mi deseo, no he tenido tiempo en el fin de semana de llegarme hasta allí (¡Cómo se debe haber fastidiado, y con razón, mi prima Ángeles porque no fui a conocerla!).
Lo cierto es que dedicamos las mañanas a recorrer un poco los lugares que ya conocía. Me adentré en las calles de Cintruénigo. Este pueblo, bastante crecido en los últimos treinta años por tener un parque industrial (donde está ubicado el hotel Alhama en que estábamos parando), tiene un casco histórico muy bonito con iglesia barroca y una plaza de toros muy moderna. Llegamos hasta la Plaza de los Fueros donde se encuentra el edificio del Ayuntamiento. Había allí un gran revuelo porque estaban realizando un reportaje televisivo a la comparsa local de cabezudos. ¿Qué son los cabezudos? Se trata de gigantescas figuras de cartón piedra, manipuladas desde su interior por hábiles titiriteros, que son utilizadas en las fiestas locales tanto en Navarra como en La Rioja. Las vecinas que rondaban el espectáculo, comentaban entre sí que había sido un gran hallazgo para la televisión encontrar a los mejores cabezudos de la Ribera de Navarra, en tanto que describía, casi despectivamente las trazas de la comparsa de Corella.           
Precisamente, Corella es bella en su monumentalidad. Se trata de una ciudad vitivinícola que tiene varias iglesias y palacios civiles que se destacan. Pero lo verdaderamente acojonante de la recorrida está en los restos del monasterio cistersense de Fitero, llamado Santa María la Real. El conjunto de edificios que lo componen se han ido construyendo desde mediados del siglo XII, pero el tiempo y los usos han querido que no estén definidamente diferenciados de la traza urbana del pueblo. Algunas intervenciones recientes han intentado recuperar el ambiente monástico con resultado diverso. Con todo, el enclave está dotado de una originalidad muy interesante. 
 III El 9 de junio es el Día de La Rioja, pero éste de 2012 ha resultado muy especial porque se cumplen 30 años de la promulgación del Estatuto que le otorgó la autonomía. Es sábado y quedé en que nos veríamos por la tarde con José Antonio Campos y con algunos de sus amigos.
Llevo una amistad epistolar con José Antonio desde hace algún tiempo a raíz de sus intervenciones en el grupo Igea (La Rioja) de Facebook.(1) Se trata de un sitio en el que se dan las noticias sobre las actividades culturales en la Villa de Igea para que todos los igeanos y descendientes de igeanos interesados, sobre todo los que viven lejos, puedan estar al tanto de las novedades locales. Desde hace años, más de quince, he venido buscando los medios para tener esta información porque siento que, de alguna manera, lo que pasa en ese rincón del planeta, a mí me pasa. Este grupo ha sido, hasta ahora, la herramienta más fértil a la que he accedido para lograr el cometido. José Antonio, entre otros, es un activo animador del sitio. Sus conocimientos sobre la historia y las costumbres (música, registros de habla, etc.) del pueblo son importantes. La exposición de sus saberes y la calidez de su capacidad de comunicación son notables. Fina percepción, activa participación en la animación del grupo y dedicada calidez en el desarrollo de los vínculos personales lo caracterizan. Con esta personalidad y con mi avidez, el vínculo se construyó con facilidad, sin imaginarme, yo, hasta que cumbres llegaría.
De modo que a las cinco de la tarde estábamos con Haydée en uno de los bares de la Calle Mayor de Igea. El clima había cambiado totalmente, el sol, y el sábado, habían arrasado con la desolación, en la Villa había autos por todos lados y las calles, temprano aún, estaban muy transitadas... había vida en el pueblo.
José Antonio nos propuso una marcha de copas por los distintos bares de la localidad en donde iría conociendo a sus amigos, los integrantes de la peña Los Happy's... cincuentones todos ellos, como nosotros, me había adelantado. El recorrido culminaría en una cena en la bodega de la peña... y así fue como nos pusimos a andar.      
Primero fuimos a una pequeña plaza que está a unos 200 metros de la Iglesia. Allí había una mesa enorme y unas cuarenta personas que estaban culminando una comida de mediodía. José Antonio me los presentó: “están celebrando el Día de La Rioja”. Disfruté una copa de pacharán, mientras algunos de los que allí estaban intentaban encontrar vínculos de parentesco. De allí fuimos al bar de los jubilados, pasamos luego al que está en el albergue de la juventud, volvimos a nuestro punto de partida. En cada sitio, un vino o una cerveza. En cada sitio, se sumaban alguno de los Happy's y su esposa. En cada sitio, la charla comenzaba y quedaba inconclusa. Era como si no importara arribar a una conclusión o como si se tuviera la esperanza de reanudarla en cualquier momento. En el bar del albergue, conocí al Alcalde, un hombre muy joven que algunos saludaban con reverencia... y otros no tanto. En el bar de los jubilados me encontré con mi primo Manolo, fue sólo por unos minutos... joder, ¡qué vértigo!
Luego, la calma. La cena en la bodega de Los Happy fue por demás apacible. La comida era sencilla, pero llena de detalles. Hubo una entrada que luego se trasformó en guarnición, de ensaladas hecha con lechugas y rabanitos del huerto de Vicente, uno de los Happy's. Esta ensalada se completó con algunas latas abiertas. Entre ellas, se destacaron unos pimientos del piquillo rellenos y unos espárragos trigueros de la zona. El plato principal fue pollo y salchichas de pollo grillados sobre brasas de sarmientos. El pollo fue provisto por otro de los miembros de la cofradía que no estaba presente (el hombre trabaja en un frigorífico especializado en aves). Asar con sarmientos es tarea ardua porque las brasas no duran mucho, pero el resultado es apetitoso gracias al ahumado suave de las vides.
¿Quiénes estuvieron en la cena? Javier Jímenez Jímenez y su esposa María del Carmen Antón Garijo, José Toledo Alfaro y su esposa María Ángeles Gotor, Vicente Martinez y su Esposa María Jesús, Jesús María Alonso Martínez y su esposa María José Álvarez, José Antonio Campos y su esposa Julia Jiménez Martínez, Haydée y yo. Podría escribir algunos párrafos sobre cada uno ellos, pero la extensión del artículo sería excesivamente larga. Aquí quiero nombrarlos y agradecerles esa noche maravillosa.  
La charla discurrió sobre los más diversos temas desde que nos encontramos con José Antonio a las cinco de la tarde hasta que nos volvimos a Cintruénigo pasada la medianoche. Hablamos de la crisis, de los parientes en América, de los vascos, los catalanes, los castellanos y los riojanos, de fútbol, de la crisis, de la vida profesional de cada uno, de la crisis y, por sobre todas las cosas, de la felicidad que sienten los Happy's de estar juntos cada vez que se encuentran. Este sí que resultó un buen remedio para la crisis. Me mostraron una botella de vino Rioja que conservan como un tesoro, su etiqueta homenajea el ascenso del Deportivo Logroñés a la primera división de la liga española de fútbol hace algo más de treinta años. Recordé en voz alta que mi viejo seguía la campaña todos los lunes por el diario y que en ese equipo jugaba Oscar Rugieri. Fue entonces que me contaron que Rugieri, vaya a saber por qué misterioso vínculo personal, había asistido una vez a las fiestas de la Virgen del Villar. Todos tomaban la palabra para decir sus cosas, pero aunque sus dichos fueran divergentes con los de otros, jamás contestaban los argumentos de sus cofrades... cuando advertí esto y, antes de preguntar, José Antonio me dijo por lo bajo: “¿Sabes qué ocurre?, en esta mesa todos tienen razón”. 
Cuando llegamos a las copas ofrecieron una serie de espirituosas que atesoran en la bodega. Había botellas sin etiqueta (pacharán y orujo casero preparados por ellos mismos), junto con otras de brandy andaluz y whisky escocés de marcas reconocidas.  
La velada fue extraordinaria. Jamás en todos mis sueños de contacto con el terruño de mis abuelos, me imaginé estar tan cerca de la tierra. Allí estaban estos riojanos, nacidos todos en la Villa de Igea, que, aunque pocos de ellos viven en el pueblo, desde hace tantos años disfrutan de encontrarse muchos fines de semana en el año, en esa bodega a disfrutar de la amistad y del contacto con la tierra. Muchos de ellos viven en grandes ciudades, pero necesitan de ese cable a tierra, de esa mesa fraterna en la que todos pueden hablar porque todos tienen razón. Me fui bien compensado porque, desde la muerte de mi tía Carmen Martínez Espada, la Caracola, un aire de familia, un lugar a dónde ir, me estaba faltando en la Villa de Igea.
IV El domingo nos levantamos a media mañana y fuimos a cumplir con un compromiso que Haydée y yo habíamos adquirido en 2009, ir a comer a la casa de Sonia Ruiz Cubillos en Préjano, cerca de Arnedo. El mapa indicaba 55 km desde Cintruénigo, pero las serranías nos impondrían un recorrido lento que nos llevaría casi una hora.
Sonia es prima de Elvira Romera, una amiga mía de casi toda la vida. Es abogada y trabaja en la fiscalía en la justicia local en Logroño. La conocimos precisamente en esa ciudad en nuestro viaje de 2009 y sellamos un vínculo entrañable entre paisanos. En ese mismo viaje nos comprometió para que conociéramos a sus padres... y allí estábamos, en la entrada de un pueblo que tiene 200 habitantes.
A diferencia de Igea, Préjano tiene una ciudad importante a pocos kilómetros (Arnedo con unos quince mil pobladores). El tejido urbano de Préjano es impecable. Sonia nos lleva por los rincones de su infancia. Hay dos iglesias, entramos en la de San Esteban. Había misa, por lo que apenas si dimos unos pasos en su interior, lo que no nos impidió observar el maravilloso retablo renacentista que respalda al altar. Los edificios están bien cuidados. Nos acercamos hasta la casa de Juan Antonio, uno de sus hermanos. Juan Antonio y su familia viven en Pamplona, pero todos los fines de semana se la pasan en una casa muy bien construida y equipada en Préjano. Cuando llegamos estaban regando el huerto. Seguimos andando las calles y fuimos hasta el viejo trujal del pueblo. Hay allí un museo dedicado a los olivares, las olivas y el aceite. Finalmente llegamos hasta la casa de sus padres, Soledad y Juan Antonio.
Soledad y Sonia estaban muy comprometidas con los detalles del almuerzo, cuando Juan Antonio (h) y su mujer ingresaron a la casa. Nos invitaron una cerveza en uno de los bares del pueblo. Sin ostentación donostiarra, el bar exhibía pinchos deliciosos. Allí estábamos sentados a la mesa de ese barcito con buenas gentes “laboran, pasan y sueñan”. Juan Antonio nos cuenta de su vida de bombero en la capital Navarra y de su deseo de que su hijo crezca sabiendo como se cultiva un huerto en La Rioja (para ello cuenta con la asistencia semanal del abuelo, su padre, en el riego).
Volvemos a la casa de Sonia y tuvimos que enfrentarnos con un almuerzo pantagruélico: tostas de cebollas caramelizadas y queso de cabra, croquetas de pescado, tortilla de papas, bacalao a la riojana, chivito preparado en larga cocción y natillas con suspiros. El afecto con que esos paisanos nos recibieron fue verdaderamente extraordinario.
La vida es sencilla en Préjano. Allí se conservan algunas tradiciones antiguas como el cultivo del huerto y la fabricación de jabón con aceite de oliva usado (en otros tiempos, el aceite de oliva era muy barato en la zona, el jabón no). Pero también hay un contacto fluido con el presente, no sólo por los accesos al mundo que la televisión y la internet permiten, sino también por el desarrollo de actividades propias del siglo XXI. En el edificio del trujal, tienen lugar los cursos de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales. Básicamente, se trata de cursos de cocina y labores. Soledad asiste a los talleres de cocina. No es que tenga que aprender las técnicas básicas que domina a la perfección, es que esos talleres (a la manera de las revistas especializadas a mediados del siglo XX) ofrecen novedades de las que las mujeres están ávidas.  
Antes de partir, mientras Juan Antonio, siesteaba, Soledad nos condujo al paraíso, al huerto que cultiva con su marido. Su hallazgo más reciente era que había conseguido semillas de zapallitos argentinos, de los que había oído hablar mucho. Los había plantado recientemente y estaba a la espera, con ansiedad, del resultado. 
Nos hemos ido de La Rioja con ganas de más... de volver, de estar y de tener un poco más de tiempo para conocer algunos sitios que nos quedan pendientes allí mismo en La Rioja, pero también en la Ribera Navarra y en Aragón.
Notas y referencias:
(1) Leído en https://www.facebook.com/groups/minguillas/, el 29 de octubre de 2012.



6 comentarios:

  1. Que recorrido mas bonito, esas tierras tienen que ser preciosas, los pueblos pequeños son mi locura. Besicos

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    1. Gracias, María, por tus comentarios.
      Sí, los pueblos pequeños tienen un encanto especial, sobre todo cuando tenés con quien encontrarte en ellos.

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  2. Hola Mario, paso a saludarte y desearte un feliz domingo. Hermosos viajes nos compartes, un abrazo,

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    1. Gracias, Myr, por tus comentarios.
      Trato que estos textos reflejen los sentimientos que fui abrigando al recorres estos lugares.

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  3. Hermoso relato , lastima no poder probar las tostas con cebolla acaramelizadas

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    1. Gracias, Juan, por el comentario
      El sábado subo la receta de las tostas, de modo que vas a poder probarlas... y hechas por tus propias manos.

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