sábado, 13 de abril de 2013

La cocina como patrimonio (in)tangible IV


Sumario Parte IV: Artículo de Miriam Becker – Periodización de los recetarios publicados – Los cambios en los modos de cocinar a partir de 1960 – Artículo de Gastón Eduardo de Lazzari – Las recetas publicadas en las revistas femeninas entre 1915 y 1940 – Tres momentos en relación con el modo enunciativo en las recetas publicadas – Tres estadios hacia la autonomía de la receta como género literario.
La cocina y los recetarios (Miriam Becker)(1)
No esperaba demasiado de esta ponencia y, sin embargo, y más acá de las idealizaciones abstractas del último párrafo, ofrece un esquema de acceso a la lectura de los recetarios argentinos muy interesante.
Aportes y argumentos: Ensaya una periodización en la que caracteriza la evolución de los recetarios del siglo XX en La Argentina, finalizando con una síntesis de los caracteres de esa evolución.
En la primera mitad del siglo, la cocina se inscribe en el conjunto mayor de la información doméstica para mujeres. Aparece en las revistas femeninas junto con artículos vinculados a la urbanidad y a la economía doméstica. Es una cocina para ecónomas y la figura central será Doña Petrona que difunde sus conocimiento por la radio o a través de sus charlas en los salones de Gath & Chaves. El ideal es la cocina francesa que deviene en una cocina nacional cosmopolita.
La segunda etapa está vinculada con la televisión y la revista Mucho Gusto de 1960. La revista se especializa en cocina, creando así un espacio de difusión propio de las ecónomas y, aunque aparecen otras figuras (Chola Ferrer, Emmy de Molina, etc.), es el momento del mayor auge de doña Petrona. La competencia de doña Patrona en las familias burguesas será Lola Pietranera.
El gran cambio en los recetarios lo introdujeron los electrodomésticos (proliferaron los recetarios específicos para usar desde licuadoras hasta micro ondas). Otros grandes cambios que impactaron sobre la cocina fueron el modo de aprovisionamiento (del almacén al supermercado) y la asociación de la comida con la salud (de la dieta como moda a la dieta saludable). El período termina con un pasaje de la cocina de las ecónomas a la cocina de los chef (recetas más sencillas y mejor explicadas).
En la actualidad cada vez es menor el tiempo que las mujeres dedican a la cocina: nadie hace caldos caseros, el bife hogareño tiende a desparecer para evitar los olores de la cocina. Como consecuencia hay un auge del delivery. Finaliza con la idealización que apunto abajo.
Apoyatura erudita: Nada de erudición, las citas de textos y programa de televisión dan por supuesto el conocimiento por parte del lector. Con todo se puede rescatar un dato de interés: hay un libro de cocina para la burguesía, fue escrito por Lola Pietranera (Doña Lola). No da referencias temporales, pero lo ubica vagamente en la segunda mitad del siglo XX. Este dato refuerza la necesidad de hacer un análisis sociológico del alcance de El libro de doña Petrona porque nos va a dar mucha información sobre la estatura y los valores de la clase media argentina.
Crítica: No comparto la imprecisión de la idealización final (formulada después de señalar el avance cada vez mayor del delivery): en el futuro (en los próximos cincuenta años) la cocina volverá a rescatar las herencias, donde lo regional-continental mezclado con la cocina cosmopolita de las grandes ciudades como Buenos Aires definirá nuestro ser, el ser argentino. ¿Sobre qué bases sustenta esas afirmaciones? Sólo dice que hay quienes lo aseguran.
Fuentes citadas por mí en la crítica:
(1) 2005 Becker, Miriam, “La cocina y los recetarios” en AAVV, La cocina como patrimonio (in)tangible, Primeras jornadas de patrimonio gastronómico, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pp. 26-46.




Las recetas de cocina en las revistas argentinas. 1915 – 1940 (Gastón Eduardo De Lazzari):(1)
El texto comienza definiendo que su objeto es la serie de artículos que hacen referencia a la alimentación en general y a las recetas de cocina en particular que fueron publicados en revistas periódicas en La Argentina. Trabaja con Para Tí y El Hogar en el período que va desde 1915 hasta 1940. El objetivo describir y diferenciar permanencias y variaciones en el período respecto a la acentuación temática y a las distintas modalidades en que los textos han construido la escena enunciativa.
Aportes y argumentos: El autor realiza una periodización general en la que señala tres momentos de la construcción de la escena enunciativa y otra, más específica, en la que reconoce tres estadios en el proceso en que la receta de cocina se constituye como género literario autónomo. Desde luego que articula ambas perspectivas.
En el primer momento (1915-1921), el tema alimentario aparece como una tematización del comer de un otro que no se ajusta a lo que es considerado comestible en la cultura occidental (v. g., un artículo sobre la antropofagia en Oceanía publicado en El Hogar, en 1921). No se reflexiona sobre el comer propio, que sólo es tenido en cuenta como norma, sino sobre los desvíos del comer del otro. La escena enunciativa se construye como una relación de complicidad entre el enunciador y el enunciatario que se basa en un saber compartido (la alimentación propia) que nunca se explicita. Estos artículos aparecen en secciones dedicadas a difundir hechos curiosos. En este momento la publicación de recetas de cocina es esporádica.
En el segundo momento (1924-1936), las referencias a la alimentación están asociadas a la prescripción médica (v. g., “A propósito del régimen alimenticio” en El Hogar, 1924) y a la prescripción social. En el primer caso, el enunciador establece con el enunciatario una relación de complementariedad porque aquél posee un saber (un saber científico) que éste no tiene. En este período, el discurso sobre la alimentación cobra autonomía y adquiere un lugar propio en las revistas (v. g., aparece la sección “El médico en casa” en Para Tí en 1927). En cuanto a la prescripción social, entre muchos consejos para la vida social, aparecen aquéllos que que serán vinculados con el buen comer (Sección “Código Social” de Para Tí, 1929). Aunque el enunciador no recurre al pensamiento científico, sino a la prescripción hedonista de la gourmandise inaugurada por Brillat-Savarin, la escena enunciativa acentúa la desigualdad entre el enunciador y el enunciatario, el primero que despliega conocimientos de bom vivant, intenta elevar la cultura del otro a través de los buenos modales en la mesa. En este período se pueden encontrar recetas de cocina con mayor asiduidad en dos estadios diferenciados: como género incluido y como género que empieza a automatizarse.
En el primer caso, las recetas de cocina suelen estar asociadas a las prescripciones médicas o a recomendaciones varias (v. g., en la sección “Recetas útiles”, en El Hogar a partir de 1924, las recetas de cocina comparten el lugar en la revista con otras, por ejemplo, qué hacer para cerrar correctamente una pluma estilográfica). En la escena enunciativa, sólo en el momento de describir los procedimientos en las recetas de cocina, varía de la relación complementaria (pedagógica) a una relación de simetría. La técnica para “hervir verduras”, por ejemplo, es un conocimiento que enunciador da por supuesto en el enunciatario. El autor explica este fenómeno de la existencia de un saber compartido entre las mujeres, como resultado de la transmisión oral de la recetas de cocina de madres a hijas. Agrego que este análisis es muy útil en el momento de leer viejos recetarios porque nos permite entender por qué no todo está explicado; pareciera que las recetas de esas colecciones proponen una nueva combinación de ingredientes, pero no la introducción de la técnica de manipulación de los ingredientes que se supone conocida en la comunidad de enunciatarias.
En el segundo estadio, no sólo aparece la receta de cocina en secciones autónomas de las revistas, sino que también aparece el nombre de la cocinera o del cocinero. En 1931, se iniciaron los ciclos semanales “Conferencias El Hogar” que consistían en la presentación en vivo de una serie de recetas que luego eran publicadas en la revista. En 1932, aparece una foto de la cocinera, la muy joven Petrona C. de Gandulfo. En 1933, aparece su nombre como autora de las recetas. Estas recetas mantienen la enunciación impersonal, pero comienzan a establecer una escena enunciativa complementaria (las recetas tienen “detalles importantes” o “secretos” que van más allá del saber social compartido). Hay una tensión entre un agente cocinante individual y mediático (v. g., doña en El Hogar) y un agente cocinante social y extramediático: la mujer (esto puede verse, por ejemplo, en la sección “para el menú” de la revista Para Tí).
En el tercer momento (a partir de 1937), el discurso alimentario está asociado a cultivar la belleza, mantiene elementos del saber científico pero abandonando el tono prescriptivo (v. g., sección “¡Sufrir poco! ¡Vivir mucho!” firmada por el Dr. Brain, a partir de 1937 en Para Tí, y “Una página de belleza por Dorienne”, a partir de 1938 en El Hogar), deja de establecer un deber ser y pasa a recomendar (v. g., el carácter saludable del consumo de espinacas, cerveza, etc.). La relación enunciativa vuelve a equilibrarse, se establecen consejos dentro de un saber compartido sobre comer sano o sobre la importancia para la salud y la belleza de practicar gimnasia en el seno del hogar. A diferencia del primer momento, hay aquí una reflexión sobre el comer propio, pero éste permanece en el ámbito de lo privado (comer sano y hacer gimnasia en casa), en tanto que el deber ser es público y forma parte de la divulgación científica. Las recetas de cocina adquieren total autonomía como género, ya no están asociadas a estos consejos.
Aparece un tercer estadio en el género receta de cocina. Se constituye el agente cocinante individual (frente a las conferencias de El Hogar y la firma de doña Petrona, aparece en Para Tí la columna “El chef Roque Silber da ideas para el menú de la semana”). Surge la oposición entre las ecónomas y los chef que llega hasta nuestros días.
Apoyatura erudita: se trascriben a continuación las citas de interés rescatadas del texto que apoyan los aportes y argumentos, ordenadas según su ocurrencia en el artículo.
En la revista Para Tí, año 1929, la sección “Código social” está asociada al concepto hedonista de gourmandise que fue desarrollado por diversos pensadores a los que el autor recurre, a saber:
1825, Brillat-Savarin, Antelmo, Fisiología del gusto, Barcelona, Iberia, 1953.
1991, Cruz Cruz, Juan, Alimentación y cultura. Antropología de la conducta alimentaria, Navarra, EUNUSA.
1999, Onfray, Michell, La razón gourmet, Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
Cuando en los textos de las recetas publicadas, se advierte que contienen información insuficiente (revista El Hogar, 1924), es porque se trata de un conocimiento compartido, el lector ya sabe que es lo que tiene que hacer y, por eso, no es necesario explicitarlo. En estas reflexiones sigue a:
1968, Lévi-Strauss, Claude, Mitologías I: lo crudo y lo cocido, México, Fondo de Cultura Económica, 1996.
Crítica: El texto es muy interesante porque realiza un análisis, desde la perspectiva discursiva, de como la receta de cocina logra constituirse en un género literario autónomo. El límite del análisis reside en que sólo despliega los aspectos internos del estatuto descrito. El autor no da cuenta del contexto en que el texto se desarrolla. En realidad no he sido preciso porque se podría argüir que el texto analizado tiene como contexto las revistas analizadas. Pero cuando hablo de contextos, hablo de externalidades. ¿Cómo saber, por ejemplo, cuánto hay en el desarrollo del género literario que sea producto del intercambio entre las publicaciones y sus lectoras y cuánto que sea productos de las tendencias en boga? ¿Está fuera del objeto de la investigación? Puede ser. Sin embargo, creo que dar un paso más, ayuda a comprender mejor el proceso. Tal vez sea inabarcable, pero plantear la existencia de estas externalidades contribuye a una mejor comprensión del fenómeno.
Fuentes citadas por mí en la crítica:
(1) 2005 De Lazzari, Gastón Eduardo, “Las recetas de cocina en las revistas argentinas (1915 – 1940)” en AAVV, La cocina como patrimonio (in)tangible, Primeras jornadas de patrimonio gastronómico, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pp. 26-46.


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